La excesiva sustitución de ingredientes marinos no es aconsejable
*Columna de opinión para Salmonexpert de Eduardo Goycoolea, presidente de la International Fishmeal and Fish Oil Organisation (IFFO).
Mucho se habla de los múltiples beneficios para la alimentación humana de consumir pescado y otros productos provenientes del mar. Es un alimento sano, nutritivo y con un mayor contenido de Omega 3 que otras proteínas que consumimos de otros orígenes, ya sea vegetal o animal. Más aún, el consumo de pescado está en aumento a nivel mundial y todo indica que esta tendencia se mantendrá en el tiempo. Esto genera grandes desafíos para la industria pesquera y de acuicultura pues estos serán los responsables de asegurar que esta mayor demanda será adecuadamente abastecida.
Ya hace unos 10 años la FAO estimaba que la producción de la acuicultura debería duplicarse en los siguientes 25 años para poder abastecer adecuadamente al mundo de los productos de origen marino y todo indica que esta proyección se está cumpliendo. En efecto, vemos que el aumento de producción debería venir de la acuicultura ya que las capturas provenientes de pesquerías salvajes no tienen la capacidad de crecer en forma significativa.
El tema importante entonces era cómo asegurar el abastecimiento adecuado de los insumos que requería y requiere este crecimiento para alimentar estos peces. Esto desató hace más de una década en los productores de alimentos una carrera para intentar reemplazar ingredientes marinos por otros de origen animal o vegetal. Esto fue además exacerbado por la creencia de que la producción de proteínas de origen marino, más concretamente la harina y el aceite de pescado, iban en disminución y no serían suficientes para suplir adecuadamente estas necesidades. Sin embargo, esto no ocurrió. La producción de harina y aceite en el mundo se estabilizó en la última década y, además, la experiencia ha ido demostrando que la completa sustitución no es aconsejable tanto por razones técnicas ni económicas.
La acuicultura tiene además ventajas de tipo ambiental que la hacen extraordinariamente más ecológica que la agricultura y la producción de ganado y animales. En efecto, es de todos conocido el impacto ambiental de los pesticidas y otros químicos que se usan en la agricultura como también el efecto de los gases de invernadero que produce la crianza de ganado. Esta realidad puede ser hasta siete veces más dañina para el medio ambiente en la producción de vacuno que de salmón.
Adicionalmente la acuicultura es mucho más eficiente en el uso del alimento que la crianza de animales. Esto es tan notable, que la producción de un kilo de salmón requiere entre 1.2 y 1.5 kilos de alimento, mientras que los pollos requieren de 1.7 a 2 kilos de alimento, el cerdo de 2.7 a 5 kilos de alimento y los vacunos de 6 a 10 kilos de alimento. Otras especies de acuicultura tiene un rendimiento algo menor que el salmón, pero siguen siendo significativamente mejores que el de los cerdos y vacunos.
¿Por qué ocurre esto? La razones son varias, que van desde la genética y naturaleza misma del animal, su tiempo de vida, su aparato digestivo, y muchas otras. Uno de estos factores sin embargo, y uno muy importante, es la calidad del alimento. Y aquí entra en juego nuestros nobles y no siempre bien valorados harina y aceite de pescado.
Para todos los que llevamos ya varios años en esta industria hemos aprendido que una dieta rica en estos insumos produce en general peces más sanos, que crecen más rápido y que convierten mejor el alimento que consumen. El desafío entonces es como trabajar en conjunto estos temas las diferentes industrias, acuicultura, productores de harina y aceite y los fabricantes de alimentos. El tiempo de la carrera desenfrenada por eliminar estos ingredientes de las dietas ya pasó, se avanzó bastante y se aprendió mucho. Lo importante ahora es ver cómo aprovechar mejor estas materias primas para obtener los mejores peces, una buena rentabilidad del negocio y una industria cada vez más sustentable. Y en ello los productores de harina y aceite están también haciendo su tarea.
Actualmente, la salmonicultura ocupa alrededor del 10% de harina de pescado en sus dietas, y entre 20% y 30% del aceite que se usa en sus alimentos es de pescado. Esto es significativamente menor que lo usado hace 20 y 10 años atrás. Y este proceso fue bueno pues nos permitió a todos los actores aprender que se puede lograr y cuáles son los límites. Pero también se ha progresado mucho en otros campos.
El principal tema que se ha trabajado es el de la disponibilidad y sustentabilidad de los recursos. En ese sentido, un importante mito era, y aún es para algunos, que la producción de harina y aceite de pescado está cayendo, lo que no es verdad, pues se ha mantenido estable desde el año 2010 en adelante. Además, hay materias primas para generar más de estos ingredientes marinos, dado que mundialmente los subproductos de la acuicultura se usan cada vez más para tal efecto, y un tercio de la producción global de harina proviene hoy de este tipo de recursos.
Otro mito, y uno muy injusto, es afirmar que harina y aceite de pescado son elementos no sustentables, sobre todo cuando más del 50% de la producción de estos ingredientes marinos tienen certificación IFFO RS, dando seguridad de que provienen de recursos administrados responsablemente.
Finalmente, otro mito existente, que algunos aún gustan de repetir, son los kilos de peces necesarios para cultivar un kilo de salmón. La verdad es que esa relación es menor a 1 kilo de pez por kilo de salmón hace ya mucho tiempo, lo que significa que la industria productora de salmones es una industria productora neta de proteínas marinas. Esto es un tremendo logro de todos en la cadena alimenticia y deberíamos estar orgullosos de esto y pregonarlo a los cuatro vientos.