“Una acuicultura bien planificada puede contribuir a disminuir emisiones de GEI”
Chile: La investigadora del Centro Incar, Doris Soto, considera que el reemplazo de harina y aceite de pescado en sus dietas, entre otros, es uno de los principales desafíos de la salmonicultura chilena para bajar sus emisiones de gases de efecto invernadero.
Según el estudio “El Océano como Solución al Cambio Climático: 5 Oportunidades de Acción”, elaborado por el Grupo de Expertos del Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, las proteínas oceánicas son mucho menos intensivas en carbono que las proteínas terrestres (especialmente la carne de vacuno y cordero).
Ante esta aseveración, la última encuesta realizada en redes sociales a nuestros lectores fue “¿Cree que la acuicultura es parte de la solución frente al Cambio Climático, por su menor huella de carbono?”, donde un 65% planteó que sí es parte de la solución, versus un 35% que planteó que la acuicultura es parte del problema.
Para responder esta interrogante, Salmonexpert contactó a la investigadora del Centro Incar, Dra. Doris Soto, quien ha abordado el tema de la relación entre cambio climático y acuicultura. Ella, junto con la también investigadora del Centro Incar, Camila Fernández, responden estas interrogantes.
¿Cómo la acuicultura, en aspectos generales, puede contribuir efectivamente a ayudar en la lucha contra el cambio climático?
La acuicultura es posiblemente la forma más viable para producir proteína de origen animal con menor contribución a los gases con efecto invernadero (GEI). De acuerdo a un estudio publicado por Waite y col (2014) en un mundo con recursos limitados, la acuicultura podría ser una opción atractiva, puesto que los peces y los organismos acuáticos invertebrados no requieren regular su temperatura interna. Esta y otras características que los hacen exitosos en el agua, hacen que las especies acuáticas conviertan el alimento en carne comestible de manera muy eficiente.
Sin embargo, la acuicultura tiene una contribución a los GEI, particularmente a través del proceso de alimentación, si bien se ha avanzado mucho en la eficiencia de este a través de la optimización de la conversión del alimento en carne de pescado. Como resultado del mismo proceso, existe también una contribución indirecta de GEI y contribución a la acidificación del océano a partir de la materia orgánica eliminada a los ecosistemas naturales, por ejemplo en el proceso de engorda en balsas jaulas flotantes de peces y también asociado a sistemas de cultivos de mejillones muy intensivos, generando condiciones anaeróbicas o hipóxicas. Esta contribución aún está poco documentada, pero aumenta el interés científico y normativo por abordarla.
Por ello es necesaria una visión ecosistémica al enfrentar la gestión de fiordos y canales donde se cultivan salmones y mitílidos. Si esto es posible, entonces la acuicultura podría mitigar el efecto del cambio climático sobre la seguridad alimentaria de una manera más completa.
¿Cree que la acuicultura es parte de la solución frente al Cambio Climático, por su menor huella de carbono?
Una acuicultura bien planificada y con una gestión que optimiza el proceso de alimentación y que respeta procesos y funciones ecosistémicas -incluyendo las condiciones para que los ecosistemas puedan procesar adecuadamente carbono, nitrógeno y otros elementos- puede y debería ser una solución importante para reducir las emisiones de GEI en la producción de alimentos saludables.
Varias salmonicultoras han planteado que irán reduciendo paulatinamente su huella de carbono: ¿es esta acción suficiente para evitar el impacto ambiental que la actividad produce en el mar?
Efectivamente la industria puede continuar reduciendo su huella de carbono, contribuyendo así a la producción de proteína animal con un bajo aporte de GEI, especialmente a través de la continua reducción del factor de conversión del alimento, además del reemplazo de harina y aceite de pescado por equivalentes de origen terrestre. En esto la industria del salmón ha sido pionera y debe seguir adelante.
Además, es muy relevante poner atención al ingreso excesivo de materia orgánica a los ecosistemas, sobrepasando la capacidad de éstos de procesarla. Aquí la industria tiene que hacer un gran esfuerzo y también el Estado, asegurándose que se reduzca la biomasa total y las densidades productivas en fiordos y canales que ya muestran, o que podrían llegar a tener, condiciones de hipoxia en las zonas más profundas.
Por otro lado, la acuicultura debe trabajar no sólo para optimizar procedimientos, sino que debe además, y de forma urgente, limitar el uso de plástico (10% del total del uso de plástico viene de la acuicultura), lo que también contribuye a su huella de carbono a largo plazo.