Adolfo Alvial, director ejecutivo del Club de Innovación Acuícola y de Orbe XXI. Foto: Archivo Salmonexpert.

Los mitos de la salmonicultura que no deben ser ignorados

Chile: En el marco del Día Mundial de los Océanos, el director ejecutivo del Club de Innovación Acuícola afirma que, entre los mitos sobre la industria salmonicultora, está que generó las llamadas mareas rojas. 

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La Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 8 de junio como el Día Mundial de los Océanos en su resolución 63/111 del 5 de diciembre de 2008. La idea de un Día Mundial de los Océanos se propuso por primera vez en 1992 en la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro como recordatorio sobre el papel crucial que el océano desempeña en nuestras vidas y cómo las personas pueden ayudar a protegerlo. 

Sin embargo, la conciencia ecológica respecto de los océanos comenzó con fuerza en la década del 70, a nivel global. Junto con la conciencia medio ambiental y los esfuerzos que llevó a cabo el Club de Paris y otros organismos internacionales, se manifestó una preocupación centrada en los océanos, su importancia en el equilibrio ecosistémico y su incidencia en el clima.

“Esto dio paso a que las actividades que se desarrollaban en el mar tuvieran más ojos puestos sobre ellos, particularmente en la pesca, ya que era una actividad extractiva, que significaba riesgos, no solo para los recursos que se explotaban, sino porque la pesquería muchas veces no discriminaba en las especies capturadas generándose una pesca acompañante incidental”, comenta a Salmonexpert Adolfo Alvial, director ejecutivo del Club Innovación Acuícola y de Orbe XXI.

Por otra parte, y de manera incipiente emergió con fuerza la acuicultura, que a juicio de Alvial, era vista de manera positiva por el mundo científico, pero las preocupaciones de su incidencia en los océanos se comienzan a levantar después, a mediados de la década del 80. “Esto, porque se advierte que la acuicultura, y en particular la salmonicultura en Chile, podía traer aparejados impactos sobre el medio ambiente, los cuales no debían ser ignorados. Sin embargo, no había elementos concretos que determinaran a qué aspectos específicos había que ponerles atención, pues no había evidencia científica de ello. Era una preocupación razonable”, manifiesta.

Según el profesional, quienes comenzaron trabajando en salmonicultura, “sabíamos que las cargas en los cuerpos de agua no podían ser infinitas, sabíamos que en los fondos marinos se podían acumular residuos orgánicos que no se alcanzaban a degradar y teníamos nociones de que los cultivos podían verse afectados por enfermedades. Entonces, esta actividad que, en un principio, era vista con buenos ojos porque reemplazaba una que era extractiva, comenzó a ser cuestionada también”, indica.

Alvial explica que este cuestionamiento era difuso, general, porque no había suficiente investigación que lo sustentara. “Aun así, para desarrollar la industria salmonicultora, la ciencia tuvo un rol muy importante para impulsarla, con desarrollo de sistemas de cultivo y tecnología. Luego de un tiempo, ya habiendo observado esta actividad, la ciencia advierte que la salmonicultura estaba causando impactos que no se podían desconocer”

Sombras bajo las jaulas

“La acumulación de sedimentos y materia orgánica en el fondo de las jaulas de cultivo fue un primer llamado de atención, porque en muchas zonas se excedió la capacidad del lugar para evitar que se produjeran estas acumulaciones de residuos orgánicos, y podía, eventualmente, verse afectada la flora y fauna circundante”, expone Adolfo Alvial.

A su juicio, surge una preocupación ambiental legítima, porque nadie que trabajara en la salmonicultura quería que se vieran afectados los océanos, particularmente en la zona costera. “Aprendimos que cultivar salmón en áreas protegidas de vientos y oleajes, se estaba convirtiendo en una desventaja, tanto para la productividad de los centros de cultivo, como las externalidades no deseables sobre el medio ambiente y las comunidades”, destaca el director del Club de Innovación Acuícola, quien agrega que el desarrollo de tecnología ha sido crucial para minimizar estos impactos. 

Derribando mitos

Si bien la salmonicultura tiene un alto grado de exposición y es vista con cierto recelo, de acuerdo con Alvial, ello no significa que produzca ciertos impactos de los que se habla con total liviandad y sin argumentos.

“Se asegura que las salmonicultoras ocupan todo el mar territorial de la Patagonia chilena. Pero resulta que a mediados de los 90 se definieron las Áreas Aptas para la Acuicultura (AAA) y las concesiones salmonicultoras solo se pueden instalar ahí. Estas áreas son una fracción del mar territorial (12 millas) y dentro de esta fracción hay una distancia mínima entre concesiones. Si tomamos todas las concesiones salmonicultoras en una línea de costa de 1.600 km aprox, el área ocupada por las concesiones,  no supera a la superficie de la comuna de Puerto Montt y esa, se debe distribuir en toda esa extensión”, expone el profesional.

Otro de los efectos negativos que se le atribuyen a la salmonicultura es que esta causa las mareas rojas. “Esto no es correcto. Los blooms nocivos de algas vienen avanzando desde Magallanes, que se comenzaron a visibilizar con mayor intensidad y frecuencia a comienzos de los ochenta, afectando a la pesca artesanal llegando casi a extinguirla en esa región, y gradualmente estos eventos comenzaron de extendieron hacia el norte, a las regiones de Aysén y Los Lagos”, explica Alvial.

El profesional hace el alcance que si estos eventos partieron hace 40 años en Magallanes, donde no había ningún cultivo de salmones y avanzaron paulatinamente a Los Lagos, donde la salmonicultura era incipiente, “es evidente que no hay relación en que la salmonicultura produzca los eventos FAN. Sin embargo, no es descartable que, en zonas más cerradas, donde ha tendido a instalarse la salmonicultura, las FAN sean más intensas. Pero, por ejemplo, cuando tuvimos una floración de microalgas en 1988 y no teníamos la concentración de centro de cultivo que hay ahora, las zonas donde fueron más intensas las FAN, han sido relativamente las mismas que en la actualidad. Son zonas de menor circulación y renovación de agua, mayor temperatura, donde se estratifica más la columna de agua y no tiene que ver necesariamente con el hecho de que haya más nutrientes aportados por el cultivo de salmón”, aclara. Con todo, admite que es un tema que debe estudiarse en profundidad.

En cuanto a los escapes de peces, el director de Orbe XXI, expone que hay especies de salmónidos que fueron introducidas antes que se desarrollara la salmonicultura, como el salmón Chinook y la trucha arcoíris, especies que ya están “asilvestradas”. “Luego se introdujo el salmón Atlántico y salmón Coho para cultivo intensivo, pero no hay evidencia científica que sostenga que hay poblaciones asilvestradas de estas dos especies. Por otra parte, estos peces están acostumbrados a vivir en cautiverio y no están habituados a cazar.

“Por eso se observan peces varados en las orillas de las playas cercanas luego de un escape, porque se desorientan, se pierden, no saben alimentarse y son presa fácil de captura. Estos peces están acostumbrados a reconocer, por generaciones, el pellet como su alimento”, manifiesta el profesional, agregando que tampoco son concluyentes las evidencias de depredador de otras especies por parte de esos peces como para asegurar que están amenazando o extinguiendo las poblaciones nativas de peces de la zona sur del país.

Finalmente, y a pesar de ser una industria relativamente nueva, Adolfo Alvial destaca que se ha avanzado mucho en la sostenibilidad de la industria, mediante tecnología, investigación y desarrollo, y también una mejor legislación. “Es una preocupación evidente y constante. Aún quedan una serie de desafíos, pero se ha desarrollado mucho para minimizar los impactos negativos que la salmonicultura puede tener en los cuerpos de agua. Debemos tener en cuenta que la acuicultura es la opción para alimentar el mundo de aquí al 2050, por lo que la industria tiene que crecer o crecer, pero debe ser de la mano de una potente conciencia ambiental y valorización del ecosistema donde se está desarrollando”.