Las oportunidades de la acuicultura peruana para proveedores nacionales
Chile: Brechas en infraestructuras, cadena de frío, alimentación, o falta de profesionales y laboratorios de análisis en el cultivo de truchas, son los desafíos que proveedores nacionales pueden abordar, de acuerdo con ProChile Perú.
Pese a que la pandemia de Covid-19 ha golpeado fuertemente a Perú y a su economía, este país y Chile siguen manteniendo sólidas relaciones comerciales, donde el área de acuicultura, especialmente el cultivo de trucha, presenta grandes oportunidades para los proveedores nacionales.
Así se explicó en un taller organizado por ProChile y dirigido a proveedores acuícolas, el cual se realizó este lunes y que contó con diversas presentaciones, entre ellas las del director de la oficina comercial en Lima, Helmuth Eichnor y de la asesora económica la misma oficina, Paulina Torres.
Cabe recordar que actualmente Perú se encuentra con cuarentena total en todo el territorio, con estado de emergencia que se prolongará hasta este domingo 24 de mayo y en donde, según lo detallado por Eichnor, se detuvo el 56% de la actividad productiva y en que, además, se estima una caída de alrededor de 12% del PIB para este año.
“Estamos frente a un shock muy fuerte producto de la pandemia, que ha afectado bastante fuerte a la economía peruana, pero no así a las relaciones que tiene con sus países vecinos, ya que es una sólida economía donde hay oportunidades que se pueden ir ejecutando”, expuso el ejecutivo.
Brechas y oportunidades para proveedores
Paulina Torres, asesora económica de la oficina comercial de ProChile en Lima, partió explicando que el Ministerio de la Producción (Produce), declaró en octubre de 2019 que busca convertir a Perú en uno de los principales países productores de acuialimentos.
Según lo detallado por la ejecutiva, la acuicultura peruana en 2019 creció en un 6,8%, llegando a las 110 mil toneladas. Los cultivos prioritarios son la trucha, con el 50% de la producción, el langostino y la tilapia, siendo Puno la zona geográfica donde mayoritariamente se desarrolla la actividad.
Torres expuso que el primer gran reto de la acuicultura peruana es que “sólo el 4% de la trucha tiene capacidad para ser oferta exportable, el restante todavía no se exporta; aquí es donde entra en juego el desarrollo tecnológico y la innovación, para hacer este producto exportable al mundo”.
De esta forma, las oportunidades que supone el cultivo de trucha para los proveedores acuícolas chilenos, dicen relación con, por un lado, las infraestructuras: “Hoy, los centros productivos no cumplen con los requerimientos para operar, existen deficiencias graves en las plantas de procesamiento, falta para que éstas puedan tener un producto con alto estándar y de calidad”.
La ejecutiva explicó que el país también carece de infraestructura en vías de acceso para trasladar el producto desde las alturas de Puno, “lo que genera que el producto no llegue siempre en las mejores condiciones para ser consumido, por lo que existe un déficit en la calidad y en la cadena de frío para llegar con estos cultivos a los mercados”.
Para el caso de las ovas, Perú depende 100% de ovas importadas, sin embargo, “se ha trabajado muchísimo en su nivel de resistencia, pero la geografía y las condiciones propias de la altura son un desafío para la ova importada, la cual tampoco cuenta con un protocolo de evaluación de calidad”, expuso la asesora comercial de ProChile en Lima.
Respecto del alimento, éstos tienen costos importantes, “por lo que genera algunas dificultades para los productores conseguirlo y recurren muchas veces a sustitos que no son de lo mejor, existiendo aún una gran dependencia de la harina de pescado. La industria también carece del conocimiento técnico para alimentar los cultivos”, puntualizó Torres.
Por último, y en términos de sanidad, desde ProChile señalan que el gran desafío para la industria en Perú, es que “hay carencia absoluta de especialistas y laboratorios especializados para poder analizar las enfermedades propias del cultivo, esto genera una alta vulnerabilidad en los cultivos, faltan protocolos de buenas prácticas y, por lo tanto, hay una alta mortalidad”.