Dr. Juan Navedo. Foto: UACH.

Investigador pide transparentar residuos antibióticos que pasan de centros a la naturaleza

Chile: Juan Navedo, científico de la UACh, lideró un estudio de resistencia a fármacos -entre ellos de la salmonicultura- en ambientes costeros y su transferencia a aves playeras migratorias de larga distancia en Chiloé.

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Siete días y sus noches, sobre el Océano Pacífico, “non stop” viaja el ave “Zarapito de pico recto” (Limosa haemastica), para recorrer unos 10 mil kilómetros entre los humedales costeros de Chiloé y las grandes llanuras norteamericanas donde, tras una breve temporada de cerca de un mes, iniciará un nuevo periplo de otros 5 mil kilómetros, para llegar a Alaska, en busca de la continuación de su ciclo vital.

La larga travesía, sin comer, sin dormir y sin beber, le impone una preparación que incluye adaptaciones fisiológicas, como duplicar su peso o reducir tamaño y funcionalidad de órganos no esenciales para su vuelo, como hígado o estómago.

Un ciclo que podría estar siendo amenazado producto de la presencia de antibióticos en las bahías, los lugares donde el Zarapito y otras especies encuentran su alimento, lo que alteraría su capacidad de completar esas adaptaciones a tiempo para migrar, advierte a Salmonexpert el doctor en Ciencias, Juan Navedo, académico del Doctorado en Biología Marina e investigador de la Universidad Austral de Chile (UACh) y quien lideró el proyecto Fondecyt, “Assessing sub-lethal pollution effects on wildlife: prevalence of antibiotic resistance in coastal environments and associated costs to migratory birds” en que trabajó con el Dr. Claudio Verdugo y la postulante a doctorado en Biología Marina de la misma universidad, Valeria Araya.

Indagaron específicamente la presencia de bacterias resistentes y genes de resistencia a antibióticos en sedimentos de humedales costeros y en la microbiota intestinal de las aves Zarapitos con muestras tomadas en 2016 en dos bahías del Archipiélago de Chiloé. Una en el sector norte, en el canal de Chacao, distante 30 kilómetros del centro de cultivo marino más cercano, y, la segunda, próxima al canal Dalcahue, rodeada de centros de cultivos.

“Se estudiaron siete antibióticos de diferentes familias, tres de ellos usados exclusivamente en la industria del salmón”, explica el Dr. Navedo y en el 62% de las muestras de sedimentos, considerando ambas bahías, hallaron bacterias resistentes y genes de resistencia a, -al menos-, un antibiótico, mientras que sólo en la zona más cercana a los centros de cultivo se encontraron bacterias multirresistentes.  

Un 87% de las muestras de las cloacas de las aves presentaron bacterias resistentes a, -al menos-, un antibiótico, siendo el 63% multirresistentes, y algunas de ellas con un alto potencial de patogenicidad. Finalmente, respecto a los genes de resistencia, éstos se encontraban presentes en el 46% de las muestras de aves, siendo multirresistentes en muchos casos, destacó el investigador.

Los datos del estudio visibilizan los efectos de estos medicamentos en el medio ambiente, dice Navedo, quien destaca que es fundamental transparentar cuál es la carga de residuos antibióticos que pasan desde las jaulas de cultivo a la naturaleza, considerando que, según el Informe 2020 sobre uso de antimicrobianos en la salmonicultura nacional de Sernapesca, el año pasado fueron usados un total de 379 toneladas de antibióticos, frente a una cosecha anual de un millón 75 toneladas de salmón.

“Para producir un kilo de salmón en Chile se usan 100 veces más antibióticos que en Noruega, que es el primer productor mundial de este producto. Este volumen de medicamentos refuerza la idea de que la huella de antibióticos debe estar ampliamente extendida en las costas del sur de Chile y puede llegar, incluso, hasta Norteamérica a través de las aves migratorias, afectando a múltiples componentes de la biodiversidad, incluido al ser humano”, enfatiza el académico quien llama al Gobierno de Chile a aumentar las regulaciones para esta industria nacional.

Navedo agregó que es cada vez más urgente, en el contexto global de ‘Una sola salud’, la reducción de las densidades de cultivo de salmones y la planificación de la capacidad de jaulas que puede haber en cada zona, ya que esto permitirá acotar la incidencia potencial de enfermedades y el volumen de antibióticos utilizados en la industria. 

Los primeros resultados de esta investigación fueron publicados el 2021 en la prestigiosa revista Science of the Total Environment.