FAO pide acción internacional ante la resistencia frente a antimicrobianos
Holanda: La directora general adjunta instó a los ministros europeos a ayudar a los países más pobres a afrontar este desafío.
La resistencia a los antimicrobianos (AMR, por sus siglas en inglés) es una amenaza emergente para la salud pública que requiere un esfuerzo coordinado a nivel mundial frente al riesgo que supone para la seguridad alimentaria, advirtió durante la jornada de ayer, miércoles 10 de febrero, la directora general adjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), Helena Semedo.
El uso excesivo e indebido de los antibióticos y otros agentes antimicrobianos promueve el aumento de la resistencia entre esos mismos microbios que causan las infecciones y enfermedades y que en principio debían suprimir, y amenaza con revertir un siglo de progreso en la salud humana y animal, explicó Semedo.
"Tenemos que ayudar a conservar fármacos que salvan vidas", dijo Semedo a los ministros europeos de Sanidad y Agricultura reunidos en una conferencia sobre resistencia antimicrobiana en Ámsterdam.
Aparte de las consideraciones sobre la salud humana, la aparición de microbios resistentes a los antibióticos y otros agentes farmacéuticos amenaza la salud de los animales y por lo tanto tiene un impacto en los medios de vida rurales y la seguridad alimentaria. “La AMR es una amenaza global que en este mundo interconectado, no pueda ser resuelto sólo en Europa", advirtió Semedo.
La Conferencia de gobierno de la FAO pidió en el año 2015 una acción urgente -a nivel nacional e internacional- para responder a la creciente amenaza de los patógenos resistentes a los fármacos en los sistemas de producción alimentaria mundiales, tanto terrestres como acuáticos.
Aunque la resistencia se desarrolla como parte de un proceso natural de adaptación, se ve agravada por el uso inadecuado de los productos farmacéuticos. La prevalencia de la resistencia en el sector agrícola es en general más alta en las especies animales criadas en sistemas de producción intensiva.
El manejo de las enfermedades es uno de los retos difíciles -junto al cambio climático y la urbanización-, a los que se enfrenta el mundo, ya que debe aumentar la producción de alimentos para alimentar a una creciente población mundial que se espera llegue a 10 mil millones para el año 2050, explicó Semedo.
La AMR es una tendencia que los organismos –a menudo las bacterias, pero también hongos y parásitos- tienen para adaptarse a los fármacos diseñados para eliminarlas. El uso de estos fármacos se extiende más allá de los seres humanos y otras especies animales; por ejemplo, la oxitetraciclina, -un antibiótico de uso común- se utiliza actualmente en los naranjos al decaer el uso de plaguicidas.
Necesidad de garantizar la seguridad alimentaria
Es necesario encontrar soluciones para la resistencia a los antimicrobianos, insistió Semedo.
"¿Cómo podemos eliminar el hambre o mejorar la sostenibilidad si no podemos curar a los animales enfermos?", se preguntaba Semedo. "¿Cómo podemos reducir la pobreza rural, cuando los fármacos que damos a los trabajadores agrícolas enfermos y sus familias ya no tienen efecto?"
Para ayudar a combatir la AMR y cumplir sus objetivos estratégicos fundamentales -erradicar el hambre y la pobreza rural, una agricultura sostenible y medios de vida más resilientes- La FAO opera en múltiples frentes. Por un lado trabaja en estrecha colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) -también presentes en la Conferencia de Ámsterdam-, así como a nivel global mediante las directrices sobre inocuidad alimentaria del Codex Alimentarius y programas específicos sobre el terreno en docenas de países en todos los continentes.
Si bien aplaudió el interés de Europa en la causa y a los Países Bajos, en particular, por reducir la cantidad de medicamentos utilizados en su próspero sector ganadero en casi un 60 por ciento en los últimos años, Semedo reveló que "el verdadero desafío que tenemos es trasladar esos esfuerzos a los países necesitados y con escasos recursos". “El riesgo de la AMR se presenta muy alto en países donde la legislación, la vigilancia, prevención y seguimiento son débiles o inadecuadas”, añadió.
Teniendo en cuenta la velocidad de los viajes hoy en día, un organismo con AMR en un país puede llegar a otro en pocas horas, lo que pone de relieve los beneficios que obtendrían todos los países invirtiendo en aumentar la concienciación sobre la AMR, fortaleciendo sus sistemas de salud pública y veterinaria, y mejorando la higiene a lo largo de la cadena de producción alimentaria para garantizar la inocuidad en los mercados.
Aunque la FAO favorece regulaciones y medidas prudentes para controlar el flujo de medicamentos y reducir su uso, señala a la vez que muchos pequeños agricultores y pastores se enfrentan a menudo a decisiones económicas difíciles y que se han generalizado los fármacos falsificados. Las mejoras generales en materia de higiene, prevención de enfermedades, supervisión veterinaria y diagnósticos precisos y asequibles, así como garantizar una nutrición de calidad para mejorar el estado general de salud del ganado y los peces a usando piensos inocuos y las razas adecuadas, resultan fundamentales para reducir el uso excesivo de antibióticos.
Teniendo en cuenta que siete de cada 10 nuevas enfermedades humanas que se descubren son de origen animal, Semedo subrayó el carácter primordial de las prácticas agrícolas y los sistemas alimentarios en los esfuerzos por controlar la AMR, reforzando el compromiso de la FAO con el enfoque "Una Salud" (“One-Health”) que vincula a los seres humanos, los animales y el medio ambiente.
“La FAO cuenta con una posición única para contribuir al esfuerzo internacional para hacer frente a la resistencia a los antimicrobianos”, concluyó Semedo.