Álvaro Pérez-Nur, gerente de Licencias, Regulaciones y Medio Ambiente de Marine Harvest Chile. Foto: Linkedin.

Marine Harvest por escape en Chile: “SMA reconoce que no hay daño cierto”

Chile: El gerente de Licencias, Regulaciones y Medio Ambiente de la empresa, Álvaro Pérez-Nur, fue quien presentó los descargos de la compañía tras la fuga masiva de salmones. 

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El 31 de octubre pasado, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) formuló cargos en contra de Marine Harvest Chile, afirmando que luego de la fuga de 690 mil peces de la empresa ocurrida en julio de este año se constató “la deficiente operación del centro de engorda de salmones Punta Redonda en la Isla Guar, región de Los Lagos, circunstancia que conlleva un daño ambiental”.

En ese sentido, el no mantener el centro de cultivo de salmón Punta Redonda con las condiciones de seguridad apropiadas ni elementos de cultivo de óptima calidad y resistencia, según la SMA, se consideró como una infracción gravísima, por constituir daño ambiental no reparable, por lo que Marine Harvest Chile arriesga la revocación de la RCA, clausura o multa de hasta 10 mil UTA.

Argumentos

Ante esto, la salmonicultora presentó sus descargos en la SMA, a través de su gerente de Licencias, Regulaciones y Medio Ambiente, Álvaro Pérez-Nur. En el documento técnico, afirma que la autoridad reconoce “que no estamos frente a un ‘daño cierto’ con este escape de peces, lo que resulta sorprendente y paradójico. La entidad asegura que ‘no constan antecedentes sobre daños concretos generados’, limitándose a expresar que los ‘posibles daños directos e indirectos de los escapes de peces podrían evidenciarse años después’”.

En otras palabras, el ejecutivo recalca que “no hay registro que dé cuenta de la existencia de los efectos del escape de peces y los que pudieran producirse en el futuro son apenas factibles”. Por lo mismo, solicita a la SMA que se absuelva a la compañía de los cargos o en su defecto, se califiquen como infracciones leves, por no existir las agravantes necesarias.

Asimismo, en sus descargos presentados a la SMA, la salmonicultora señala que “la presunción de existencia de un daño ambiental no tiene efectos administrativos-sancionatorios, pues la Ley General de Pesca y Acuicultura se refiere a la obligación de reparar el medio ambiente afectado y, eventualmente, a indemnizar”.

“Tampoco tiene el alcance que la SMA le atribuye en la formulación de cargos, donde no se identifica los componentes dañados del medio ambiente, olvidando la autoridad caracterizar la afectación de los mismos y no cumple con fundamentar la gravedad del hecho”, argumenta el documento técnico, lo que “afecta nuestro derecho a defensa y la presunción de inocencia”.

Marine Harvest Chile apunta que la presunción legal “carece, además, de sustento fáctico ya que es manifiesto que la recaptura de los peces escapados excede por mucho el 10% establecido. Las 182 declaraciones de pescadores que constan en escrituras públicas, más lo indicado por los de la Corepa, son una prueba plausible de la ausencia de fundamento por parte de la SMA”.

¿Salud humana en riesgo?

En tanto, la empresa subraya que la SMA debiera distinguir entre distintas especies de peces para analizar los efectos provocados luego del escape, considerar que el salmón Atlántico es incapaz de establecer poblaciones autosustentables en el tiempo, no pudiendo reproducirse y no siendo un predador mínimamente hábil, no sobreviviendo, por ende, en un ambiente libre, y que la pesca artesanal funciona como un eficiente método de recaptura.

Para fundamentar lo anterior, Marine Harvest Chile encargó estudios a distintos laboratorios del país –Aquagestión, Invasal y Geec Lab- tras el escape de peces, donde el análisis del contenido estomacal de 240 salmones recapturados, resultó que el 99% de ellos tenía el estómago vacío.

De paso, en sus descargos exhibidos en la SMA, la compañía manifiesta que el centro de cultivo de salmón Punta Redonda sí contaba con condiciones de seguridad apropiadas y elementos de calidad requeridos, sumando que “no existe antecedente alguno que dé cuenta de riesgo para la salud de la población, pues la mayor parte de los peces escapados no tenían trazas de antibióticos –el cual no genera resistencia en los seres humanos- y los que sí las poseían, se encontraban en el límite de su período de carencia”.