Los desafíos del desarrollo para la salmonicultura
*Columna de opinión para Salmonexpert del senador David Sandoval.
La salmonicultura es, probablemente, la industria que más ha crecido en Chile en relación al Producto Interno Bruto del país. Su posicionamiento en el mundo es altamente reconocido, tanto por la calidad de los productos que ofrece, como por su eficiencia productiva y comercial, que ha llevado a que las exportaciones de hayan superado los US$5.100 millones en 2021.
En la práctica, ha terminado siendo un socio tributario clave del Estado, de las regiones donde se han instalado y de los más de 100.000 trabajadores que se desempeñan en sus centros productivos, siendo más de 34 mil las personas que se ocuparon directa o indirectamente y otras 70 mil que se han empleado en forma indirecta, distribuidas en las casi 4 mil pequeñas y medianas empresas del país.
Tal es la relevancia, que las principales empresas de Noruega, país líder mundial de producción, no han dudado en instalarse en Chile, ya sea con plantas nuevas o adquiriendo algún centro.
Para la región de Aysén, este es un sector estratégico y clave: allí se cosecha casi el 50% de la producción nacional de salmones. Pero, eso no se ha traducido necesariamente en una mayor y mejor calidad de vida para sus comunidades, las cuales lamentablemente siguen arrastrando las cadenas de la falta de desarrollo, con sectores empobrecidos, sin servicios esenciales como agua potable, alcantarillado y luz eléctrica.
Valoramos sin duda que la industria pague sus patentes en las regiones donde opera (entre un 98% y 99%), ya sean acuícolas, comerciales o marítimas, entre otras, recursos que sin duda benefician a las respectivas comunas, pero aquello no es suficiente, pues en el litoral aisenino eso no se ha traducido aún en un mejor desarrollo.
¿Por qué no pensar en un royalty, como en la minería?, que podría tener algún incentivo regional, si es que una empresa no solo pagara una patente en función de las ventas del ejercicio anterior, a la contratación de mano de obra local y al porcentaje de proceso que se hace en la zona, ya que no es lo mismo cultivar salmones, que además procesarlos.
El protocolo productivo que se firmó entre el Gobierno de la época y representantes de empresas salmonicultoras en agosto de 2019, fue un paso adelante en el acercamiento de la industria a la realidad regional, lo que se tradujo en la creación del PTI “Desarrollo Competitivo de los Fiordos y Canales de Aysén” el cual a la fecha está integrado por 14 empresas salmonicultoras en la zona (en 2023 pueden llegar a 15).
Pero hay que avanzar más. Y aquí, el trabajo mancomunado entre el Estado, las empresas las comunidades y los trabajadores, es clave para empujar el desarrollo y la sostenibilidad de la actividad.
Mantener los estándares de nivel mundial con los que se desempeña la industria del salmón, diferenciándose de otras actividades tradicionales, que se han caracterizado por sus niveles de contaminación, quema de combustibles fósiles para su producción, etc., es demasiado relevante, ya que las necesidades del presente no pueden comprometer a las futuras generaciones. Pero también lo es el vínculo que puedan establecer con las comunas donde están operando, las que merecen mejor y más desarrollo. Podrían llegar hasta permitir la participación en la propiedad, como otra empresa chilena lo hizo, con singulares resultados.
Al final, serán las propias comunidades donde se ubican los centros de cultivo o las plantas de procesamiento, las que estarán en la primera línea de defensa de sus lugares de trabajo, cuando las empresas contratan trabajadores del lugar. Su experiencia de vida incorporará una visión positiva respecto de las empresas que les permite dar saltos cualitativos imborrables en sus trayectorias laborales, que al fin y al cabo son sus trayectorias de vida familiar.