
Calidad de agua en la producción de smolt
X. Gutiérrez*+, A. Aguilera*, C. Espinosa y Aa. Aatland**
*NIVA Chile, Puerto Varas.
**NIVA, Bergen.
+ xavier.gutierrez@nivachile.cl
Aspectos generales
La calidad del agua y su influencia en la calidad de los smolt es un campo del conocimiento muy complejo y especializado, al que el Instituto Noruego de Investigación de Aguas (NIVA, por sus siglas en noruego) ha dedicado más de 40 años.
Si se considera que la fisiología y salud de los peces pueden ser afectadas por desvíos en la calidad del agua y que, además, la misma fisiología de los peces produce un dinámico deterioro sobre ésta, en sistemas de producción de peces, resulta evidente que el conocimiento y manejo de la calidad del agua para el cultivo de smolt es de suma importancia para proyectar buenos resultados productivos.
El objetivo de este artículo es transferir conocimientos básicos sobre algunos aspectos generales de calidad del agua, de su composición en Chile y sus principales efectos en la producción de smolt y en el transporte de peces.
El término “calidad de agua” se aplicó originalmente para aquella de consumo humano, después para el uso agrícola e industrial y posteriormente, para la acuicultura. En base a la composición del agua y sus características, es posible clasificarla según diversos fines (Martínez, 1998).
Conocer la calidad de las aguas naturales que abastecen las pisciculturas (afluentes) y los cambios que ocurren a nivel de los estanques, permite la comprensión, manejo y conservación de los organismos hidrobiológicos que son cultivados. Caracterizar la composición físico-química del agua, permite definir su calidad e identificar potenciales factores de riesgo sobre el bienestar y/o la salud de los peces, tanto bajo condiciones productivas normales, como también a consecuencia de los manejos acuícolas (Martínez, 1998; Damsgård y col., 2006; Aatland y Bjerknes, 2009).
Al ser el medio acuático un ecosistema altamente complejo e interrelacionado, el controlar la calidad de agua requiere, al menos, la cuantificación de algunas variables fisicoquímicas de primera importancia, tales como dureza, alcalinidad, temperatura, pH, alcalinidad, dureza, materia orgánica, metales, oxígeno disuelto (O2), dióxido de carbono (CO2), presión total de gases (TGP) y amoníaco (NH3).
La dureza es un parámetro que permite estimar, en base a la concentración de calcio (Ca) y Magnesio (Mg), la capacidad atenuante de la toxicidad de metales en el agua. El calcio es un catión que cumple importantes funciones a nivel bioquímico y fisiológico, y su concentración en los distintos cuerpos de agua normalmente es mayor a la de los metales. Esta situación permite que el calcio actúe por competencia, desplazando los metales tóxicos de sus órganos blanco (Pessot y Kristiansen, 2011). A manera de ilustrar este efecto, para niveles de dureza de 10 y 180 mg CaCO3/l, se recomiendan concentraciones máximas para una exposición crónica de cobre (Cu) de 1,7 y 17 ?g/l, respectivamente (U.S. EPA, 2002).
A su vez, la alcalinidad es una medida de la capacidad tamponante del agua, es decir, de la capacidad de neutralización del pH o de la capacidad de neutralizar la acidez del agua (aguas más alcalinas mantendrán el pH alrededor o sobre el nivel neutro de la escala). Los iones carbonato (CO3) y bicarbonato (HCO3-) contribuyen en el nivel de alcalinidad, donde éste último actúa absorbiendo los iones hidrógeno [H+] que causan la acidificación del medio, manteniendo estable el pH. La concentración de este parámetro está relacionada con el pH y el nivel de CO2 en el sistema.
Conforme con lo anterior, los resultados obtenidos por Summerfelt y col. (2015, 2012), muestran el efecto de la alcalinidad en el valor de pH en un sistema con recirculación (tabla 1) y los cambios en [H+] en estanques de peces (Fig. 2).
Particularmente en la salmonicultura, la calidad de agua en la fase de agua dulce juega un papel fundamental en el bienestar de los peces, puesto que, a diferencia de la etapa de engorda en mar, gran parte de los parámetros pueden ser controlados y manipulados; por lo tanto, es muy importante conocer y caracterizar, cualitativa y cuantitativamente, el comportamiento en el tiempo de la calidad de la o las fuentes de agua que abastecen a una piscicultura.
Distintas fuentes (vertientes, ríos y pozos) son utilizadas en Chile, y cada una de ellas cuenta con sus respectivas ventajas y desventajas (Timmons y col., 2002; Aatland y Bjerknes, 2009).
Fuentes de agua dulce en Chile
De acuerdo con la información recopilada por NIVA Chile, las fuentes de agua utilizadas para el cultivo de salmónidos en Chile son principalmente tres: aguas de vertientes (48%), aguas de ríos (37%) y aguas de pozos (15%) (Fig. 3) (Aatland y Bjerknes, 2009; Kristensen y col., 2009). Sus características principales se describen a continuación.
Vertientes en Chile
Las aguas de vertientes generalmente presentan una calidad de agua más estable en comparación con los ríos, pero comparten características similares con el agua de pozo, debido al origen subterráneo de ambas. Una vertiente natural se genera donde el agua subterránea emerge desde el estrato rocoso que contiene el agua.
La experiencia de NIVA Chile en vertientes ha detectado dos factores de riesgos importantes: el primero es la sobresaturación de gases, situación solucionable con un sistema de desgasificación eficiente; y el segundo, alzas en concentraciones de metales, como cobre y aluminio, donde ya se han implementado sistemas de tratamiento para reducir la toxicidad de estos metales y estabilizar la calidad de afluentes en algunas pisciculturas en Chile.
Es importante considerar que las aguas de vertientes, en general, presentan en promedio mayor concentración de calcio en comparación con ríos, por lo que poseen una buena capacidad de amortiguar el efecto tóxico de los metales, tales como aluminio y cobre. Cabe mencionar que los parámetros variarán de mayor o menor forma, dependiendo de la ubicación geográfica de la vertiente (Sigma, 1983; Aatland y Bjerknes, 2009; Base de Datos de NIVA Chile).
Ríos en Chile
La calidad de agua de un río es influenciada por un conjunto de factores, tales como la geoquímica de la cuenca hidrográfica, el régimen hidrológico y las características hidráulicas del sistema. Debido a ello, los parámetros de este tipo de fuente resultan ser variables, especialmente de manera estacional, donde la experiencia de NIVA en ríos chilenos ha determinado cambios abruptos en su calidad en épocas de deshielos y fuertes lluvias. Lo anterior es conocido como “turbias” y pueden causar serios problemas en los centros de cultivo, puesto que no sólo aumenta la turbidez (cantidad de partículas en el agua), sino que también pueden estar acompañadas por alzas en las concentraciones de metales pesados, como el aluminio. En Chile, se ha descrito que el aluminio alcanza concentraciones extremas (100- 1000 ?g/l) que, junto con ser mayores a las registradas en ríos de Noruega, han sido asociadas con riesgos para el bienestar de los peces, la producción e incluso con aumentos de mortalidad en etapas tempranas y avanzadas del cultivo del salmón Atlántico en agua dulce (Aatland y Bjerknes, 2009; Kristensen y col., 2009; Pessot y col., 2012; Gutierrez y col., 2013; Gutierrez y Aguilera, 2013).
Las aguas de ríos en Chile presentan una mayor concentración promedio de aluminio y carbono orgánico total (TOC, por sus siglas en inglés; atenuante de la toxicidad de metales), respecto de vertientes y pozos. Lo anterior es debido a la fuerte influencia de las condiciones climáticas. De esta manera las lluvias, por ejemplo, provocan un arrastre del material orgánico e inorgánico suelto desde las cuencas hasta el río (Aatland y Bjerknes, 2009).
Pozos profundos en Chile
Las aguas provenientes de pozos profundos en Chile varían su calidad de un sitio a otro, dependiendo de las características geológicas del lugar. Las principales ventajas que se presentan en ésta fuente normalmente son: fácil pronóstico, estabilidad durante el año, ausencia de bacterias, virus y hongos patógenos para peces. Sin embargo una desventaja considerable es la necesidad de bombeo mediante un equipo especializado, lo que implica un costo extra de producción, en comparación con vertientes y ríos. (Aatland y Bjerknes, 2009).
Las aguas de este tipo de fuente han presentado altos niveles de CO2, presencia de hierro y manganeso de forma tal que, al entrar en contacto con el aire, se oxidan y pueden causar problemas branquiales en los peces. Comparativamente, las concentraciones de hierro en pozos son más altas que en los otros tipos de fuentes, principalmente, debido a que este metal se encuentra disuelto en el agua, a diferencia de lo ocurrido en aguas de ríos y vertientes, donde el hierro se encuentra precipitado en el sedimento.
Si bien, inicialmente en Chile se pensaba que todos los pozos eran estables a lo largo del año, estudios de largo plazo han demostrado que en aguas profundas también existe variabilidad temporal, mostrado cambios en términos de calidad, asociados normalmente con componentes minerales y metales.
Agua dulce en Chile y la influencia de los eventos geológicos
La acidificación de las aguas superficiales se ha asociado con efectos de lluvia ácida. Este efecto es esperable por los gases emitidos a partir de una erupción volcánica, los cuales son los responsables del efecto de la lluvia ácida (Fig. 4). La composición general de la nube generada es en su mayoría (75% aprox.) vapor de agua (H2O), la fracción restante es conformada por dióxido de carbono (CO2), dióxido de azufre (SO2), sulfuro de hidrógeno (H2S), ácido clorhídrico (HCl), ácido fluorhídrico (HF), entre otros (Witter y Delmelle, 2004).
La disminución del pH en el agua, resulta crítica para el cultivo de salmones en pisciculturas, donde se debe considerar la acidificación adicional que sufre el agua en el cultivo, debido a la producción de CO2 por la respiración de los mismos peces dentro de los estanques de cultivo.
Cabe mencionar que luego de la erupción del complejo volcánico Puyehue-Cordón Caulle el 2011, se registraron en el Rio Nilahue pH bajos, junto con niveles extremos de temperatura, hierro (4,8 mg/l), sólidos suspendidos (500 mg/l) y turbidez (4.800 NTU), antes los cuales, ningún pez puede sobrevivir (Gutiérrez, 2013). La acidificación de las aguas, junto con disolver una mayor cantidad de metales como aluminio, cobre, zinc, hierro, manganeso y otros, también favorece la presencia de aluminio en su forma lábil (LAl), la cual resulta más tóxica para los salmónidos.
Variaciones en parámetros como turbidez, conductividad, sulfatos y algunos metales, como cobre y aluminio, han sido registradas en las últimas muestras estudiadas de ríos en la Región de Los Lagos, las que se colectaron luego de un aumento de temblores, erupción del volcán Calbuco, e influencia de cenizas volcánicas. Lo anterior, también coincide con efectos observados en muestras del Río Nilahue a causa del evento eruptivo del cordón Caulle- Puyehue (2011), donde incluso se detectaron cambios en la calidad del agua en los lagos cercanos, Puyehue y Ranco (Datos NIVA Chile, no publicados).
Efecto de la calidad del agua sobre la esmoltificación
Esmoltificación - Fisiología básica
La esmoltificación o la transformación parr-smolt de las especies anádromas (e.g. salmónidos), es un conjunto de cambios conductuales, morfológicos y fisiológicos que permiten la pre-adaptación del pez para su migración desde el agua dulce hacia el mar. Estos cambios ocurren en respuesta a señales ambientales naturales, y pueden verse afectados por un manejo deficiente de las condiciones en sistemas de cultivo intensivo (Iwama, 1992). Uno de los cambios más importantes y manejables, es la tolerancia al incremento de la salinidad, la que es promovida por la alteración en la función de los principales órganos osmoreguladores: branquias, intestino y riñón.
Así, en las branquias de peces salmonídeos, se produce un aumento en el número y una variación en la distribución de las células cloradas, las que cumplen una función fundamental en la osmorregulación, la figura 5 esquematiza los cambios en los mecanismos de regulación osmótica de agua dulce a agua de mar.
En tanto, los cambios en las funciones renales se evidencian a través de la disminución de la secreción de urea, lo que permite al pez en agua de mar reducir la pérdida de agua.
La figura 6 esquematiza el proceso de esmoltificación, donde la línea vertical punteada indica la “ventana de esmoltificación”, momento óptimo para ingresar los peces al mar.
Calidad de agua y esmoltificación
Durante el proceso de esmoltificación, los mecanismos de osmorregulación son muy sensibles a los cambios en la calidad, principalmente, de agua dulce. De esta manera, una baja calidad de agua durante el período de esmoltificación, afecta gravemente la regulación de iones en agua de mar, aun cuando, aparentemente, el pez está normal y apto para mantener el balance de sal y agua en agua dulce. Esta situación explica la dificultad para advertir, en agua dulce, la posible reducción de la calidad de los smolt al ser trasladados al mar y de su desempeño.
A continuación, se exponen algunos parámetros de calidad de agua que influyen en la calidad de los smolts:
Aluminio (Al)
Este metal tiene como fuentes principales aguas subterráneas ácidas, aguas tratadas con sustancias químicas conteniendo aluminio, y por corrosión de materiales fabricados usando aluminio. Bajo eventos de lluvias fuertes y por escorrentía, el aluminio es distribuido a los sistemas fluviales.
El aluminio actúa directamente sobre las enzimas de las branquias de los peces, afectando la función de la enzima ATP-asa (Rosseland y col., 1990) pudiendo provocar mortalidades a altas concentraciones (Aatland y Bjerknes, 2009)
La toxicidad del aluminio y su solubilidad están influenciadas, entre otros, por el pH, materia orgánica, concentración de calcio y por las diferentes formas químicas en que este metal se presenta en el agua. Dentro de las formas químicas, el aluminio lábil (Al3+), es la forma que domina en aguas dulces ácidas, y es reconocida como la especie química más tóxica para los peces. En aguas con pH mayor a 7, el aluminio se presenta en formas químicas con cargas negativas (aluminatos), los que, junto con una concentración de calcio baja, pueden causar daño a los peces (Kristensen y col., 2009; Aatland y Bjerknes, 2009; Skogheim y col., 1987).
Los principales efectos negativos de este metal en los peces se relacionan con cambios en la permeabilidad branquial, lo que causa una inhibición de las proteínas de transporte y, consecuentemente, una reducción en la captación de iones en agua dulce (Rosseland y col., 1992). El mecanismo de acción mediante el cual el aluminio afecta la función branquial se relaciona con la unión de formas de aluminio cargadas positivamente con las superficies celulares de las branquias, que están cargadas negativamente, provocando irritación en el tejido branquial, aumento de la secreción mucosa y, consecuentemente, problemas respiratorios y osmorregulatorios (Aatland y Bjerknes, 2009; Krouglund y col., 2012).
Varios estudios han develado que los smolt de salmón expuestos a aluminio en agua dulce, permanecen sensibles y mayormente expuestos a presentar problemas de adaptabilidad en agua de mar, presencia de parásitos como piojos de mar y mortalidad, indicando debilitamiento del sistema inmunológico (Gutierrez y Aguilera, 2013; Krouglund y col.,2012; Finstad y col., 2012 Aatland y Bjerknes, 2009). En este escenario, peces expuestos a concentraciones sub-letales de aluminio en agua dulce, pueden tener bajo rendimiento en el mar, mayor demanda de tratamientos y/o mayor porcentaje de mortalidad (Aatland y col., 2010; Aatland y Bjerknes, 2009; Magee y col., 2003; Silva y Goncalves, 2003).
Hierro (Fe)
El hierro es el segundo metal más abundante después del aluminio en la tierra, y es un elemento esencial para los organismos vivos ya que juega un rol fundamental en el proceso respiratorio, formando parte de la hemoglobina, proteína encargada del transporte del oxígeno en la sangre de vertebrados. Sin embargo, el exceso de hierro también puede causar daño branquial en los peces e incluso la muerte. El hierro se puede presentar en diferentes estados químicos, tales como hierro ferroso (Fe2+) o hierro férrico (Fe3+). Altas concentraciones de Fe2+ presente en aguas subterráneas, al entrar en contacto con el aire, se oxidan y precipitan como óxido de hierro, el que se puede evidenciar directamente en los estanques y branquias de los peces (Figuras 7 y 8). La depositación de este metal en las branquias de los peces, se conoce como “sofocación ocre”, la que afecta negativamente a los peces provocando estrés oxidativo (Lappivaara y col., 1999).
Cobre (Cu)
Si bien el cobre es un metal que no es muy abundante en la corteza terrestre (0,12%), al igual que el hierro, es un oligoelemento esencial para muchas formas de vida. El efecto de la exposición de cobre sobre los peces es más tóxico que el aluminio y el hierro, e incluye cambios en el comportamiento, disminución del crecimiento, alteración de la osmorregulación y capacidad reproductiva, interrupción de la actividad enzimática y mortalidad de alevines y smolt a altas concentraciones (Aatland y Bjerknes, 2009). La toxicidad del cobre es fuertemente dependiente del Carbono Orgánico Total (TOC) y en menor grado de la dureza, ambas variables modulan el efecto tóxico de este metal (Sigma, 1983; Matsuo y col., 2004; U.S. EPA, 2007; Aatland y Bjerknes, 2009).
Oxígeno (O2)
El oxígeno disuelto es el parámetro de calidad de agua limitante en la producción de peces, tanto en sistemas abiertos como cerrados. Esto, debido a los altos requerimientos de oxigeno por parte de una alta biomasa y la baja solubilidad de este gas en el agua, entre otros, siendo necesario agregar oxígeno a los sistemas productivos intensivos (Colt y col., 1991).
La concentración del oxígeno disuelto disminuye con el aumento de la salinidad y temperatura del agua, y se incrementa con el aumento de la presión. Así, ante un aumento de la temperatura del agua, la actividad metabólica y, por ende, el requerimiento de O2 de los peces aumenta, razón por la cual se debe satisfacer la demanda de los peces a altas temperaturas (Aatland y Bjerknes, 2009).
Uno de los principales problemas de la adición de O2 puro a los sistemas productivos es la toxicidad por sobresaturación (?100%), debido a la producción del radical libre de oxígeno, superóxido (O2-), el que a alta concentración provoca oxidación de las membranas celulares, daños a nivel del ADN e incluso la muerte (Aatland y Bjerknes, 2009).
En tanto, las bajas concentraciones de O2, conducen a graves efectos adversos en la salud de los peces, incluyendo: anorexia, estrés respiratorio, hipoxia tisular, inconsciencia, y, finalmente, la muerte (Wedemeyer, 1996).
Dióxido de carbono (CO2)
El CO2 es un gas que reacciona con el agua y produce ácido carbónico (H2CO2) que se descompone a H+ y HCO3- y conlleva a una reducción del pH. La concentración de CO2 en aguas en equilibrio con el aire es 0,3-1 mg/l. La principal fuente de CO2 en sistemas productivos es el metabolismo aeróbico de los peces, aunque algunos afluentes presentan altas concentraciones y/o variabilidad que puede generar problemas. Así, altas concentraciones de CO2 pueden afectar negativamente la fisiología del pez, disminuyendo la capacidad de transportar oxígeno en la sangre y aumentando la frecuencia respiratoria (Aatland y Bjerknes, 2009).
Estudios realizados por NIVA Chile demuestran que la exposición crónica y fluctuante a altos niveles de CO2 (> 12-15 mg/l) generan un deterioro en el bienestar fisiológico y estrés en smolt cultivados en sistemas de recirculación, lo que se refleja en un aumento de la presión parcial de CO2 (hipercapnia) y bicarbonato (Fig. 9) y disminución del cloruro (hipocloremia) en sangre, que es seguida por alza en los niveles de glucosa (Pessot y col., 2011). Este escenario explica el aumento en la incidencia de nefrocalcinosis.
El CO2 tiene un efecto indirecto sobre la calidad del agua. El aumento en la concentración de CO2 causa disminución de pH, lo que a su vez puede incrementar la toxicidad de sulfuro y cianuro y, además, movilizar los iones de metales como el aluminio hacia sus forma lábil y más tóxica (Aatland y Bjerknes, 2009).
Otros estudios citan que altos niveles de CO2 causan disminución del factor de condición y del crecimiento, y en casos críticos o, en concomitancia con concentraciones altas de aluminio, pueden causar mortalidad (Fivelstad y col., 1999, 2003).
En consecuencia, el CO2 es un parámetro del agua que puede ser utilizado como un indicador de bienestar.
Nitrógeno Amoniacal Total (TAN)
Los salmónidos están entre los grupos de peces con menos tolerancia al amoniaco (Alabaster y Lloyd, 1982). En el agua, el amoníaco existe principalmente como amoníaco no ionizado (NH3) e ion amonio (NH4+), siendo el (gas) amoniaco el más tóxico. El nitrógeno amoniacal total (TAN = N-NH3 + N-NH4+) es el principal producto de excreción del metabolismo de proteínas en los peces y se elimina a través de las branquias (Smith, 1929; Wood, 1958) y la piel (Handy y Poxton, 1993).
En los sistemas productivos en que se utiliza flujo abierto de agua, el TAN no representa un problema significativo; sin embargo, en sistemas de recirculación de agua (SRA) y transporte de peces, es una variable crítica. La toxicidad del NH3 aumenta junto con el pH (Fig. 10), la temperatura, el ejercicio y el nivel de estrés de los peces. Siendo los peces pequeños más sensibles que los juveniles (Aatland y Bjerknes, 2009).
Las principales vías de toxicidad se relacionan con: (1) alteración de la generación de ATP en el ciclo de los ácidos tricarboxílicos, (2) alteración de neurotransmisores y pérdida de control del sistema nervioso central, y (3) alteración de la bomba Na-K ATPasa, lo que produce un desbalance de cationes (Smart, 1978; Miranda, 2006; Gutiérrez, 2008).
Turbidez
La turbidez es una medida del contenido de partículas en el agua. El efecto de una alta turbidez depende, tanto de la etapa de desarrollo en la que están los peces, como del tipo de partículas. Un criterio sugerido, es mantener la turbidez bajo 10 NTU. Estudios muestran que exposiciones a niveles de 15 a 25 NTU han afectado la sobrevivencia, la ingesta de alimento y el crecimiento de los peces (Sigler y col., 1984; Rowe y col., 2003).
Una alta concentración de partículas en el agua puede generar mortalidad en ovas y alevines debido a la sedimentación y reducción del acceso al oxígeno, además, cuando las partículas son de origen mineral, éstas pueden causar micro-ulceraciones en los tejidos y contener mayores niveles de metales que agravan los daños a nivel branquial. A su vez, el crecimiento de los peces también puede verse afectado, dado que un aumento en la turbidez del agua dificulta la capacidad de encontrar el alimento (Aatland y Bjerknes, 2009).
Calidad de agua en el transporte de smolt
El transporte de los peces es la culminación del tiempo y recursos dedicados a un óptimo desarrollo del cultivo de salmónidos en su fase de agua dulce, lo que se traduce en la última fase crítica hasta que los smolt lleguen a la etapa de engorda en mar. La acción de transportar peces vivos puede significar un evento importante de estrés, tanto por el manejo como por las condiciones del agua en que son transportados, lo cual puede convertirse en enfermedades cuya manifestación no ocurra hasta varios días después de completado el traslado, conllevando a una pérdida productiva.
El primer factor que determina la calidad de agua durante un transporte cerrado, es el metabolismo de los peces y, a su vez, éste es afectado por variables tales como: temperatura, nivel de estrés, el tamaño de los peces, la actividad asociada a velocidad de nado y la digestión. Los principales parámetros que afectan este proceso son los gases disueltos, como el CO2 y O2, y los desechos nitrogenados (TAN) y carbono orgánico total (TOC). Si bien, en el traslado de smolt, es importante controlar las variables que provocan un efecto inmediato en los peces, como las antes mencionadas, también se debe tener en cuenta que existen aquellas que, por sí solas o en conjunto, pueden dejar secuelas de mediano o largo plazo, como el pH, metales, salinidad, entre otros (Pessot y col., 2010).
Parte de un estudio realizado por NIVA Chile durante el transporte de smolt, muestra cómo se refleja el estrés en parámetros sanguíneos, debido a la exposición de los peces al agua de mar en distintas ocasiones: antes del transporte; en Wellboat; posterior adición agua mar; y durante transporte (Fig. 11). De acuerdo con esto, un cambio gradual en la exposición es la opción menos estresante, siempre y cuando se tenga claro ambas calidades de agua a mezclar, de lo contrario, se puede provocar una mortalidad masiva o secuelas permanentes detectables en el mediano plazo.
Al comparar el proceso de transporte terrestre en Chile contra nuestro par noruego, es posible establecer algunas diferencias importantes a tener en cuenta al momento de resguardar la calidad fisiológica de los peces. Dichas diferencias tienen relación tanto con las condiciones naturales de la calidad del agua, como con las particularidades de la industria salmonicultora en nuestro país.
En Chile, la distribución de los centros de cultivo de agua dulce en comparación con los centros de mar, presentan gran diversidad de distancias, lo que en ocasiones se traduce en tiempos de transporte muy largos, llegando incluso a superar las 24 horas. A modo de comparación, en Noruega los tiempos más largos de transporte terrestre están entre 2-3 horas (Aatland y Bjerknes, 2009).
Tal como muestra la figura 10, la prevalencia de NH3 aumenta cuando el pH es alto. Si consideramos, por una parte, que el nivel promedio de pH en afluentes a nivel nacional es alto (7,58, acorde Kristensen y col., 2009); y por otra, sumamos las grandes distancias que se deben recorrer, hacen que la presencia y acumulación de NH3 (producto del metabolismo propio de los peces o por la carga inicial de la fuente de agua) tome mayor relevancia, a causa del potencial efecto tóxico que puede generar sobre los peces.
El dióxido de carbono (CO2), es producido constantemente por la respiración de los peces y su exceso debe ser eliminado para impedir efectos directos o indirectos en la fisiología de los peces. Por una parte, es importante tener en cuenta que la exposición crónica a este gas no sólo altera el nivel de HCO3- en la sangre (ver Fig. 9), cambiando su pH, sino que también afecta el balance ácido-base, osmorregulatorio (alterando el nivel de Cl- sanguíneo), osmótico y genera estrés (Fivelstad y col., 2003; Pessot y col., 2011). No obstante, sobre el agua, la remoción parcial de este gas del agua tiende a atenuar la disminución del pH, regulando consecuentemente la prevalencia de NH3 (ver Fig. 10).
Las largas distancias de transporte en Chile tienden a generar mayores puntos de recambio de agua, lo que a su vez hace que el proceso de transporte en la industria chilena deba poner especial atención en generar formas de manejo que reduzcan el riesgo de contaminación cruzada en el contexto de la bioseguridad.
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