Sonidos de baja frecuencia mostraron prometedores resultados frente al piojo de mar
España: Diferentes estadios del parásito del salmón, expuestos a sonidos con una frecuencia de 350- 500 Hz, presentaron cambios patológicos que afectaron su sobrevida y éxito de infestación.
El piojo de mar, y sobre todo su estado infectante copepodito, posee distintos sensores que le permiten encontrar al pez, parasitarlo, y seguir con su desarrollo.
Uno de ellos son los mecanosensores externos del parásito, que detectan gradientes de velocidad espacial en el agua generados por los peces, los que en L. salmonis se encuentran en la primera antena.
Con esto en mente, un grupo de científicos de España y Francia realizaron un estudio para evaluar si el uso de técnicas acústicas y bioacústicas (sonidos de baja frecuencia) tenían un efecto los órganos sensoriales del L. salmonis, y si esto podía servir como un método de control no farmacológico de la parasitosis.
Para ello, primero realizaron pruebas en condiciones de laboratorio donde expusieron distintos grupos de copepoditos a un tono constante de sonidos con una frecuencia entre 100 Hz a 1000 Hz.
En este experimento, se analizaron los cambios morfológicos en los parásitos, frecuencias ideales, protocolos de exposición al sonido y fijación posterior de los especímenes.
Con estos datos estandarizados, los investigadores luego realizaron pruebas en condiciones de terreno en un centro ubicado en Averøy, Noruega.
“El protocolo se basó en un método y sistema donde los piojos están expuestos a señales acústicas continuas a lo largo del tiempo, hasta que se alcanza un Nivel de Exposición al Sonido (SEL) objetivo para el organismo: el SEL se elige en un nivel que induce suficientes lesiones en los órganos sensoriales de los piojos para interrumpir las funciones vitales necesarias para la supervivencia y, en particular, para detectar (y adherirse) al salmón”, detallaron los expertos en la publicación.
“Enfoque prometedor”
Sus resultados mostraron que en los copepoditos se produjeron cambios ultraestructurales en las setas, las cuales presentaron diferentes grados de fusión de las puntas de ramificación en el segmento distal de la primera antena. Los controles presentaron setas completamente libres con puntas ramificadas.
De la misma forma, la exposición al sonido afectó al sistema nervioso y a las células responsables de las secreciones precursoras del filamento frontal. Los especialistas también registraron otros tipos de cambios relacionados en chalimus, adultos y preadultos.
“Tales cambios patológicos que afectan directamente al principal órgano sensorial de L. salmonis podrían dificultar la búsqueda del hospedador para un copepodido. Además, los piojos de mar expuestos mostraron lesiones en algunas setas pinnadas distales en la rama caudal y brazos ventrales. Estas anomalías podrían provocar dificultades para que los piojos se muevan alrededor de los peces, lo que también podría contribuir a la disminución del número de piojos adheridos a los salmones”, explicaron los científicos.
Adicionalmente, los autores del estudio clarificaron que las frecuencias utilizadas no causaron ninguna lesión que pudiera estar relacionada con la exposición al sonido.
Con todo, los expertos declararon que las lesiones asociadas en los órganos sensoriales de los piojos podrían representar una base interesante para desarrollar un método bioacústico de prevención y tratamiento.
“Por lo tanto, estos alentadores hallazgos indican que la exposición al sonido puede tener graves consecuencias sobre la capacidad de los piojos de mar para infestar al salmón. Aunque algunas consecuencias de las lesiones inducidas por el sonido que se encuentran en los piojos quedan por estudiarlas más a fondo, este método constituye un enfoque prometedor para abordar la enfermedad, al mismo tiempo que reduce la necesidad de tratamientos químicos de los peces”, concluyeron.
Lea el estudio completo titulado “Sea Lice Are Sensitive to Low Frequency Sounds”, aquí.