“La densidad de las jaulas de salmón es muy alta y ni siquiera se puede fiscalizar”
Chile: El candidato presidencial por Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, advierte que los problemas de la industria salmonicultora se trasladaron a la región de Magallanes desde Los Lagos y Aysén.
Gabriel Boric, candidato presidencial de Apruebo Dignidad, afirma a Salmonexpert que Sernapesca “no cuenta con la capacidad de fiscalizar a la industria salmonicultora, pues no tiene las embarcaciones necesarias para llevar a cabo esa labor. Para poder fiscalizar a los centros de cultivo, que suelen estar en zonas australes y aisladas, el Servicio se debe poner de acuerdo con los fiscalizados (centros de cultivo), para que los transporten al lugar que será inspeccionado”.
Actualmente, Boric advierte que “Sernapesca cuenta únicamente con una embarcación para la fiscalización de actividades de acuicultura, la que fue entregada al Servicio el 4 de septiembre de 2020. Si bien es un avance, una única embarcación no es suficiente para fiscalizar alrededor de 1.600 concesiones que se encuentran entre las regiones de Los Lagos, Aysén y Magallanes”.
“Se debe aumentar la inversión en fiscalización, que incluya el uso de tecnología de punta, la capacitación de nuevos fiscalizadores y nuevas embarcaciones. Por otra parte, la Superintendencia de Medioambiente (SMA) tampoco tiene presupuesto suficiente para fiscalizar el cumplimiento de las RCA (resoluciones de calificación ambiental) de los centros de cultivo, por lo tanto también habría que aumentar ese presupuesto”, detalla el candidato presidencial de Apruebo Dignidad.
¿Qué medidas tomaría para combinar productividad y cuidado medioambiental en el sector salmonicultor?
Se requiere un reordenamiento territorial, una planificación marino espacial, a través de la cual se puedan reevaluar las Áreas Aptas para la Acuicultura (AAA) y estimar con nuevos parámetros donde efectivamente están las AAA, evaluando la cercanía entre las concesiones de acuicultura –un factor muy importante en propiciar los contagios entre centros–; la capacidad de carga ecológica del ecosistema marino (no sólo económica o productiva).
Existen áreas que no cumplen con los requisitos para concesiones de acuicultura (por ejemplo, con baja circulación de agua), concesiones que se encuentran dentro de Áreas Marinas Protegidas (AMP) y Espacios Costeros Marinos de los Pueblos Originarios (ECMPO) o en espacios donde hay conflictos con pueblos originarios, que no pueden seguir donde están y necesitan ser evaluadas.
A su vez, se debe evaluar el funcionamiento de todas las empresas prestadoras de servicios, que es una externalización de funciones por parte de las empresas salmonicultoras, pero que no funcionan con altos estándares ambientales y sociales. No podemos seguir haciendo las cosas igual, es urgente que toda la industria productiva en Chile asuma un compromiso mucho más decidido que hoy con el medio ambiente.
¿Cómo calificaría el nivel de sustentabilidad actual de la industria de la salmonicultura?
La industria salmonicultora actualmente presenta externalidades negativas que deja en el ecosistema marino: los desechos (fecas), restos de alimento, restos de antibióticos (principalmente florfenicol) y sustancias químicas (para tratar el Caligus o piojos de mar), son depositados en la columna de agua. Desechos industriales que las empresas han dejado en los fiordos, canales y gran parte del borde costero de las regiones afectadas, como balsas jaulas abandonadas, pontones, plásticos, bolsas de alimento, boyas, cabos, entre muchas otras. Por las fecas y alimento, se genera anaerobismo y esa falta de oxígeno impide la supervivencia del ecosistema.
La densidad de las jaulas es muy alta –la norma permite más de lo que resiste el ecosistema– y ni siquiera se puede fiscalizar. Los escapes de salmones producen un impacto en el ecosistema, porque se trata de especies introducidas, carnívoras, que compiten con especies nativas y depredan. Ese es un impacto que no se considera: la cantidad de salmones escapados al año es muy alta y no tiene sanciones adecuadas (recordemos el caso de Marine Harvest -hoy Mowi- y Blumar) y, además, afecta la salud de la población, porque el uso de antibióticos es muy alto y eso, a su vez, genera efectos negativos en la salud de las personas.
Es necesario un diálogo entre empresarios y trabajadores de la industria para resolver cómo podemos mejorar el proceso productivo para que sea sustentable y armónico con el ecosistema y las personas que consumen los productos y, a la vez, no afectar la fuente laboral de quienes se dedican a trabajar en este sector.
¿Qué se debe reforzar en relación al empleo que ofrece la industria salmonicultora?
Es necesario realizar estudios que determinen, el tipo de empleo, la cantidad de empleos directos y las condiciones laborales, entre otras cosas Se tiene información de que la mayoría de los empleos son en base a sueldo mínimo, trabajos con temporada. Además, todas las empresas prestadoras de servicios también deberían ser evaluadas. Es importante que parte de ser una industria sustentable es entregar buenas condiciones laborales a sus trabajadores.
¿Cuál es su opinión sobre el crecimiento de la salmonicultura en Magallanes?
La expansión de la salmonicultura hacia Magallanes compite con uno de los valores más importante de la región como es la conservación de la biodiversidad y ecosistemas, cuestión que se cristaliza en la existencia de numerosos parques nacionales y áreas protegidas. El turismo basado en la conservación ecosistémica es clave para la región. La justificación para trasladar la salmonicultura a Magallanes desde las regiones de Los Lagos y Aysén era que los problemas presentes ahí (como por ejemplo el Caligus o piojo de mar) no se desarrollarían en Magallanes por las condiciones de aguas prístinas y frías, pero en la realidad se trasladaron. Por eso es necesario ver las mejores formas de resolver estos problemas.
¿Cómo ve el futuro de la industria del salmón a nivel país?
Si no se regula de manera adecuada y se desconcentra, en unos pocos años más se desencadenará una crisis socioambiental, pues existen varios conflictos con comunidades y terminará convirtiendo a los mares de la Patagonia en una nueva zona de sacrificio. Para evitar este desenlace, se requiere un cambio profundo de la industria.