Capacidad de carga en acuicultura: Lo que no se mide, no se mejora
Chile: Las capacidades técnicas para monitoreo de biodiversidad en Chile a través de secuenciación de ADN están instaladas y sólo resta una acción conjunta de la industria y la autoridad, según Derie Fuentes.
*Columna de opinión para Salmonexpert del Dr. Derie Fuentes, Director de Línea de Investigación en Centro de Biotecnología de Sistemas.
La capacidad de carga en una producción de base biológica -como la salmonicultura- se puede describir en forma simple como: “el número de individuos que pueden ser cultivados en un área o cuerpo de agua específico, sin llegar a degradar el medio ambiente”. Es importante entender que no existe ninguna actividad humana o de cualquier otro organismo vivo que no genere impacto sobre su entorno.
Desde el inicio de la vida todos los organismos vivos se alimentan, dejan residuos y modifican el paisaje en mayor o menor medida generando efectos a nivel físico, biológico, e incluso social. Así entonces, la determinación de la capacidad de carga es un problema complejo que requiere de diferentes abordajes y miradas.
Ahora bien, existe un camino recorrido al respecto. En la literatura y en informes de proyectos públicos se reportan diversas aproximaciones que abordan la identificación y evaluación de indicadores como son los niveles de oxígeno, fósforo y nitrógeno/amonio, pH, materia orgánica, diversidad de macrofauna bentónica, entre otros y que a su vez se complementan con el desarrollo de modelos de simulación basados en dinámicas hidrográficas que apuntan a relacionar el impacto que la operación podría generar. Sin ir más lejos varios de estos indicadores son parte de la actual normativa que monitorea y regula la actividad.
Sin embargo aún estamos lejos de responder con certeza la pregunta: ¿cuánto volumen puedo producir y por cuánto tiempo?, a la que se suma una nueva pregunta que se viene discutiendo en los últimos años que es: ¿estamos cultivando en los sitios más adecuados? Todas ellas se relacionan y podrían ser respondidas si el problema se aborda colaborativamente entre la autoridad, las universidades y centros de investigación y la industria de manera decidida. Esto se hace evidente al entender que existe una alta diversidad de condiciones ambientales entre las diferentes zonas de cultivo de Los Lagos, Aysén y Magallanes, lo que obliga a ampliar y mejorar los indicadores que se usan para la evaluación.
En este sentido la integración de datos de biodiversidad microbiana asociada a cada región y cuerpo de agua utilizado (o no utilizado) para la acuicultura representa una alternativa potente para avanzar hacia la solución, ya que los microorganismos (bacterias, hongos, protozoos) presentes y su abundancia relativa dependen directamente de las condiciones ambientales, y responden rápidamente frente a cualquier variación del mismo adecuándose a esas nuevas condiciones. Así por ejemplo, frente a la descarga y acumulación de nutrientes (materia orgánica) en el fondo marino, se favorece el crecimiento y selección de algunos microorganismos por sobre otros (potencial redox), modificando el entorno mediante su metabolismo (baja de O2 disuelto, alteración de pH) llevándolo comúnmente a condiciones de eutroficación (Nitrógeno, amonio).
Pero también estas comunidades son capaces de influir revirtiendo el impacto y llevando ese ambiente nuevamente a una condición de equilibrio ecológico después de un tiempo. De esta manera existen lugares más resilientes que otros frente a la descarga de materia orgánica, lo que está relacionado directamente con la diversidad microbiana de cada lugar. Así, complementar y correlacionar los datos de las mediciones físico-químicas que se realizan actualmente (INFAs) con datos de biodiversidad microbiana nos entregará información suficiente para identificar los mejores sectores para el cultivo, acercándonos a una estimación correcta de la capacidad de carga (máximo número de peces que no alteran drásticamente la biodiversidad), y estableciendo para cada sector cuánto tiempo demora el mismo en recuperar los valores de esos indicadores hacia condiciones pre-cultivo.
Esta medición no representa un problema técnico, ya que la tecnología de secuenciación masiva de ADN ambiental (eDNA) permite conocer la diversidad (identidad) y abundancia de todos los organismos vivos presentes en un cuerpo de agua o en el fondo sin necesidad de comprobación visual de los mismos. La buena noticia es que las capacidades técnicas para realizar este monitoreo masivo de biodiversidad en Chile a través de secuenciación de ADN están instaladas desde hace más de 10 años y sólo resta una acción conjunta decidida de la industria y la autoridad para medir, evaluar y caracterizar cada uno de los cuerpos de agua del sur de Chile.
Sólo por si quedaran dudas del gran potencial de la tecnología en la evaluación de impacto ambiental, estimación de capacidad de carga y reordenamiento territorial, ésta además tiene el potencial de aportar datos frente a problemas diferentes como son: la resistencia antibiótica, el monitoreo de floramientos algales nocivos, aumento o aparición de patógenos, seguimiento de escapes de salmones entre otras.
De esta manera la invitación es a medir, evaluar, caracterizar, etc, ya que de otra forma difícilmente responderemos las preguntas que nos estamos planteando y no mejoraremos nuestro impacto con las ya sabidas consecuencias a nivel económico y social, poniendo en riesgo la sostenibilidad de la actividad a mediano plazo.