El “ruidoso mundo” del salmón de cultivo

Los investigadores registraron niveles de sonido en 10 centros de cultivo, incluidas instalaciones de contención cerradas terrestres y flotantes.

Noruega: Hay mucho sonido en todo tipo de centros, ya sea en tierra o en mar, con jaulas abiertas o cerradas, pero eso no necesariamente es algo malo, según investigadores.

Por primera vez se han realizado mediciones precisas de cuánto ruido vive el salmón de cultivo, según investigadores de Noruega, y la conclusión es que el ambiente de los peces no es tranquilo.

Durante varios meses se midió el nivel de ruido submarino en 10 centros de cultivo diferentes.

"A medida que las instalaciones acuícolas se han hecho más grandes y cada vez se realizan más procesos de trabajo con la ayuda de barcos, bombas y compresores, el nivel de ruido bajo el agua también ha aumentado", afirma Frode Oppedal, científico del Instituto de Investigación Marina (IMR).

Sin embargo, nadie ha podido responder hasta ahora exactamente cuánto ruido hay y cómo varía, según detalla el IMR.

Sonido y vibraciones

Aunque los peces no tienen oídos en la parte exterior del cuerpo, aún pueden percibir el sonido.

“Los peces perciben el sonido a través de los pelos sensoriales del oído interno que rodean las piedras del oído (otolitos). Además, pueden percibir sonidos y vibraciones a través del órgano de la línea lateral”, afirmó Oppedal.

El hecho de que las instalaciones estén en tierra o en jaulas abiertas y cerradas en el mar parece ser un factor importante en lo que respecta al paisaje sonoro que experimentan los peces.

Los investigadores registraron la mayor cantidad de ruido en las instalaciones cerradas, seguidas de las instalaciones en tierra, mientras que los periodos más tranquilos se produjeron en las instalaciones tradicionales abiertas.

"Las instalaciones marítimas tradicionales tienen menos equipamiento técnico que las más avanzadas, por lo que no es de extrañar que aquí también haya menos ruido", recalcó Oppedal.

Fuertes golpes

El nivel sonoro que se midió en las distintas instalaciones varió desde un nivel de fondo de 95 dB (decibelios), con un nivel normal de hasta 134 dB y en periodos ruidosos hasta 157 dB.

"En algunos casos también medimos sonidos extremadamente fuertes, de más de 175 dB, que se producían cerca de escotillas que estaban cerradas con estrépito o cuando se estaban realizando trabajos cerca", dijo el científico.

Aunque tienen el nivel sonoro más bajo en general, tampoco hay silencio todo el tiempo en las jaulas abiertas, y estas tuvieron la mayor variación de nivel sonoro dependiendo de las operaciones de trabajo que se realizaran.

“El nivel de ruido aumentaba significativamente cuando los barcos estaban presentes para realizar rutinas diarias u operaciones como la eliminación de piojos, pero en general era más silencioso aquí que en otro tipo de instalaciones”, dijo Oppedal.

Estar más tranquilo

Por el momento, los investigadores no pueden decir mucho sobre lo que significa una existencia ruidosa para el salmón, pero una medida preventiva sencilla sería considerar qué produce un sonido muy fuerte y evitar este tipo de situaciones en la medida de lo posible.

"Sabemos que el salmón puede reaccionar ante ruidos fuertes, pero no se ha descrito en detalle dónde están exactamente los límites, desde cuando se asustan hasta cuando se vuelven físicamente dañinos", puntualizó Oppedal, agregando que el salmón también puede acostumbrarse al sonido, y quizás no siempre sea una ventaja tenerlo lo más silencioso posible.

Más investigación

“Es posible que los salmones se asusten más fácilmente si viven en un ambiente tranquilo. Además, sabemos que pueden, por ejemplo, aprender que el ruido significa que les llega comida”, aseveró el investigador.

En la siguiente fase del proyecto, los investigadores examinarán estas cuestiones con más detalle.

“Ahora investigaremos esto más a fondo, tanto en relación con el comportamiento, la habituación, la fisiología y la actividad cerebral. Tenemos indicios de que el ruido fuerte puede tener un efecto aterrador en los peces, pero necesitamos investigar esto más a fondo”, concluyó Oppedal.

Lea el estudio completo aquí.