El camino hacia una salmonicultura sustentable
*Columna de opinión para Salmonexpert de Elanne Almeida, socia de Gobierno Corporativo y Sostenibilidad de EY.
Nuestro país ha tomado un desafío muy importante al asumir los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos en la agenda 2030 adoptada por la ONU en el año 2015. Tales propósitos consideran la eliminación de la pobreza, el combate al cambio climático, la igualdad de género, la defensa del medio ambiente, entre otros desafíos relevantes.
Recientemente, el Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (CODS) realizó por primera vez una medición de cumplimiento en la región y publicó el índice ODS 2019. Chile obtuvo el primer lugar, seguido de Uruguay y Costa Rica.
De esta forma, Chile demostró importantes avances, como aquellos relacionados con la vida submarina; es decir, la conservación y utilización de los océanos de manera sostenible. En particular, para la industria acuícola debe ser una buena señal para profundizar e interiorizar en sus operaciones, estrategias sostenibles que contribuyan a mantener el índice en el lugar alcanzado.
Al respecto, cinco empresas acuícolas más importantes de Chile, según el ranking de exportación Infotrade 2019, han publicado sus Reportes de Sostenibilidad 2019 en sus sitios web. Todas ellas han reportado según estándares del Global Reporting Initiative (GRI) y como miembros del Global Salmon Initiative (GSI) incorporan sus indicaciones, entre ellas adherir a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. Adicionalmente, la mayoría ha verificado dichos reportes.
De la misma manera, otros aspectos ambientales toman alta relevancia como el cumplimiento ambiental y la fiscalización. En el mes de julio Sernapesca junto a otras diez organizaciones lanzaron la Red Nacional de Fiscalización para la Sustentabilidad De la Pesca y Acuicultura, cuyo propósito es mejorar la vigilancia y mantener la sustentabilidad en los distintos procesos de las actividades de pesca y de acuicultura.
En virtud de lo anterior, es importante destacar que el ámbito de cumplimiento de las normas legales que rigen a la industria es, sin duda, el “desde donde” deben construir toda estrategia de sustentabilidad.
Con la entrada en vigor de la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA), se han ejecutado un número importante de fiscalizaciones a la industria. De acuerdo con la información disponible en la plataforma del Sistema de Información de fiscalización Ambiental (SNIFA), de estas fiscalizaciones se han iniciado 73 procesos sancionatorios asociados a casi 400 hechos que se estiman constitutivos de infracción.
Estos hechos se asocian a diversas desviaciones detectadas por la autoridad, muchas de las cuales tienen que ver con excesos de producción de ciclos productivos, manejo de mortalidad, manejo de efluentes y la omisión o envío de fuera de plazo de información requerida, entre otros.
Estas infracciones en varios de los casos han sido clasificadas como infracciones graves o gravísimas, en virtud de que estos hechos puedan generar efectos adversos sobre el medio ambiente, que se ejecuten proyectos al margen del sistema de evaluación de impacto ambiental o incluso puedan generar riesgo sobre la salud de la población.
La normativa vigente da énfasis a que la SMA focalice de manera importante su accionar hacia el “incentivo al cumplimiento”, contando con herramientas que permiten a los sujetos regulados ejecutar acciones que anulan las consecuencias de los hechos constatados, previo a la decisión de sanción. En este ámbito los Programas de Cumplimiento se han constituido como una alternativa eficaz que ha permitido a los titulares corregir las desviaciones detectadas. Como antecedente, de los 73 procesos de la industria, 47 cuentan con estos programas y 17 han concluido de manera satisfactoria; es decir, corrigieron adecuadamente sus incumplimientos y evitaron la sanción.
Con todo lo anterior, consideramos que la industria salmonicultora debe considerar todo aquello que se relaciona dentro del ámbito de cumplimiento ambiental y de la normativa que los regula, como la base para el desarrollo de sus iniciativas de sustentabilidad, desarrollando mecanismos de control preventivo que permitan hacer un adecuado seguimiento de las exigencias ambientales y activar planes de acción ante eventuales desviaciones en plazo y forma adecuada.
Esto permite disminuir el riesgo de que se inicien procesos sancionatorios que, no obstante, pueden ser abordados a través de programas de cumplimiento, bajo ningún caso es la situación ideal y que, además, puede no ser compatible con los objetivos de sustentabilidad que tenga cada organización.