Ratificación de tratados internacionales, política exterior y salmonicultura
Chile: "Es razonable hoy promover la colaboración entre los órganos del Estado y la industria del salmón, bajo un marco institucional que estimule la inversión", afirma el abogado Álvaro Villanueva Rojas.
*Columna de opinión para Salmonexpert del abogado Álvaro Villanueva Rojas.
Tras el retorno a la democracia en 1990, Chile adoptó como política de Estado su reinserción política en el mundo, junto a la decisión de ampliar sus horizontes comerciales. Esto último se efectuó mediante la suscripción de diversos tratados internacionales de libre comercio. A partir de ello, muchos productos nacionales ingresan a diversos mercados en América, Asia y Europa con ventajosas condiciones; así como quienes residimos en el país hemos visto como los precios de acceso a diversos bienes y tecnología se han reducido notoriamente.
Ello permite hoy, por ejemplo, contar con precios bajos para la adquisición de teléfonos, computadores, electrodomésticos, automóviles, vestuario y calzado; en comparación a lo que por dichos bienes pagan ciudadanos de Estados de un nivel similar de desarrollo como es el caso de Argentina.
Las mejoras en calidad de vida que han traído los tratados internacionales de libre comercio, se han traducido también en puestos de trabajo permanentes e incorporación laboral femenina, ámbito en el cual la industria del salmón exhibe buenas credenciales.
Lo anterior adquiere aun mayor importancia si se consideran factores como la ubicación geográfica y lejanía de Chile respecto de grandes economías, así como lo reducido de nuestro mercado interno, en comparación a otros países de América Latina.
Han sido siete sucesivos Gobiernos, de diverso signo político, los que han promovido y fortalecido gradualmente dicha política de Estado, la que hoy se encuentra amenazada o, a lo menos, cuestionada.
Bajo consignas bisoñas y adanistas, tales como el condicionar nuestras exportaciones a la reducción de emisiones por parte de países destinatarios de aquellas, se ha detenido el proceso de negociación para la Modernización del Acuerdo de Asociación hoy vigente con la Unión Europea, siendo la propia Presidenta de su Comisión Ursula Von Der Leyen quien solicitó al Estado de Chile acelerar dicho proceso. El riesgo de quedar fuera es alto.
Por otra parte, e imitando las decisiones comerciales aislacionistas de países como Argentina o del ex Presidente de Estados Unidos Donald Trump en materia de política exterior; al interior de las coaliciones gobernantes hoy en Chile se ha instalado la decisión de rechazar en el Senado el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP).
Dicho acuerdo fue suscrito por la ex Presidenta Bachelet durante su segundo Gobierno, restando aún su ratificación por el Congreso Nacional. Transcurridos ya más de cuatro años de lo anterior, parece razonable exigir una mayor celeridad institucional en dicho proceso, considerando que los inversionistas requieren de mínimas certezas al momento de adoptar decisiones.
Si bien dentro de los suscriptores del CPTPP están presentes Estados con los cuales ya existen condiciones comerciales ventajosas (Vietnam, Perú, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Canadá, México, Japón, entre otros), la incorporación de Chile viene en consolidar su estratégico posicionamiento en el Pacífico. Lo anterior puede abrir nuevos mercados para la salmonicultura.
Por otra parte, es necesario cerrar el proceso de instalación gubernamental. Transcurridos ya más de seis meses, no parece razonable la aún pendiente designación de Embajadores en Estados tales como China, México o Brasil. En el caso de este último, se trata de una materia delicada, dada la relevancia geopolítica que Brasil tiene como parte del selecto grupo de los BRICS; pero aún más relevante considerando que el mercado brasileño es uno de los más relevantes para la salmonicultura.
Las señales en materia de política exterior siempre son relevantes, y la pendiente designación de Embajadores en los Estados señalados da cuenta de una situación que debe ser resuelta, máxime cuando, a diferencia de lo que sucede en otros Estados, la citada nominación no requiere de aprobación parlamentaria.
El Programa de Gobierno, en materia de política exterior señalaba una de carácter emprendedora, feminista y turquesa. Lo primero implica que las estrategias internacionales deben ser coherentes con las de desarrollo nacional. En dicho ámbito, la salmonicultura no sólo genera crecimiento de forma directa, sino que promueve alrededor suyo la creación de una serie de micro y pequeñas empresas que prestan servicios.
A su vez, una política exterior feminista no sólo debe atender “la falta de mujeres en la carrera diplomática”, como señala el Programa de Gobierno. Más bien debe promover actividades como la industria del salmón, la que durante 2021 contempló un 45% de mano de obra femenina en plantas de proceso.
Finalmente, en lo referido a la política exterior turquesa, los aprendizajes que la salmonicultura ha realizado en las últimas décadas en Chile dan cuenta hoy de una actividad realizada bajo estrictos estándares de seguridad.
Dado lo anteriormente señalado, parece razonable hoy promover la necesaria colaboración entre los órganos del Estado y la industria del salmón, bajo un marco institucional que estimule la inversión y las necesarias confianzas requeridas entre sus agentes. Chile y su economía lo requieren más que nunca.