Columna de Opinión
Día Mundial de la Acuicultura y la oportunidad del salmón chileno
"Tenemos la obligación de desarrollar y proyectar esta industria, y con ello convertirla en una prioridad para el país. ¡Necesitamos una política de Estado!", manifestó Loreto Seguel.
*Columna de opinión para Salmonexpert de Loreto Seguel King, directora ejecutiva Consejo del Salmón.
Este 30 de noviembre, Día Mundial de la Acuicultura, es una buena oportunidad para poner los focos sobre nuestra acuicultura que es clave no solo para nuestro país, sino también para el desafío que es hoy la alimentación mundial y la demanda que ella exigirá para los próximos años.
Hoy, la acuicultura es una solución concreta para alimentar al mundo de manera sostenible, y de cara al mañana, según las proyecciones, la población global alcanzará los 9.700 millones de personas para 2050. Con más del 70% del planeta cubierto por océanos, el cultivo de peces como el salmón ofrece una solución saludable y con uno de los menores impactos ambientales dentro de las proteínas. De hecho, el salmón es reconocido como la “proteína del futuro” no sólo por su eficiencia en la cadena productiva, sino porque es la proteína que tiene los mejores niveles nutricionales y grandes beneficios a la salud humana gracias a su alto contenido de vitaminas, minerales y antioxidantes.
En esta industria, Chile tiene un rol protagónico a nivel nacional y mundial.
A nivel nacional somos la primera industria exportadora no minera y a nivel mundial somos el segundo productor de salmón. A nivel local, actualmente se cultivan principalmente dos tipos de salmónidos: el salmón atlántico (salar) y el salmón pacífico (coho). Cada uno de ellos contribuye a satisfacer la demanda global de proteína y a representar a Chile en el mapa de la alimentación mundial, siendo nuestros principales consumidores durante el 2023 Estados Unidos (32,7%), Japón (17,7%), Brasil (17,6%), Rusia (6,1%) y China (5,6%).
No sólo la mirada internacional es relevante, la industria salmonicultora tiene un fuerte impacto en las regiones del sur de Chile como son la de Los Lagos, Aysén y Magallanes, donde genera más de 70.000 mil empleos e impulsa un importante encadenamiento productivo que incluye una variedad de emprendimientos, los que van desde servicios en centros de cultivo hasta alimentación de peces, monitoreo de algas, transporte y servicio de alimentación para los trabajadores, entre otros. Para cientos de familias del sur austral, el salmón se ha convertido en fuente de sustento y en el instrumento que permite la creación de microempresas, junto a la posibilidad de mayores oportunidades laborales, capacitación, bienestar y prosperidad dentro de las comunidades.
A pesar del positivo panorama, aún queda mucho por avanzar y tenemos desafíos pendientes para los próximos años, que esperamos sean abordados con sentido de urgencia permitiéndonos tener un cuerpo legal y normativo moderno, flexible e innovador. Por una parte, tenemos la obligación de desarrollar y proyectar esta industria, y con ello convertirla en una prioridad para el país. ¡Necesitamos una política de Estado al servicio del desarrollo de Chile!
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Países como Noruega y Escocia han declarado la producción salmonicultora como una de sus metas estratégicas de crecimiento, lo que les permite adoptar medidas focalizadas y proyectar de buena manera el desarrollo de sus industrias. En Chile nos falta entender a cabalidad esta relevancia. Hablar de salir del estancamiento no se refiere sólo a crecer económicamente, es hacerlo también en el desarrollo social, productivo, tecnológico y de los ecosistemas donde estamos.
Para eso necesitamos certezas legales y normativas que faciliten planificar y proyectar la industria. La salmonicultura local cuenta con todas las condiciones productivas, sanitarias, tecnológicas y de bienestar animal para ser líderes mundiales, pero para ello hay que dar curso a una cruzada país por el desarrollo sostenible de esta actividad. Un desafío transversal donde la colaboración público-privada sea el sello y en donde todos sintamos el deber de sentarnos en la mesa, alcanzar acuerdos y trabajar por proyectar esta actividad productiva que le cambió la cara al sur austral de nuestro querido país.
Es un compromiso con Chile, pero también con el mundo: el salmón es y seguirá siendo la proteína del futuro, lo que significa una tremenda oportunidad para nuestra nación.