El desafío de la Economía Circular en la salmonicultura
*Columna de opinión para Salmonexpert del Dr. Ulises Alarcón, académico de la escuela de Ingeniería Civil Industrial en la Universidad Austral de Chile, sede Puerto Montt.
La economía circular modifica la forma de producir y consumir para poder tener un desarrollo económico armónico. Hasta ahora, el crecimiento del PIB se cimienta en un importante porcentaje en la extracción de materia prima del medio ambiente. Cepal en el 2016 señalaba que la extracción mundial de materiales se triplicó en cuatro décadas, agudizando el proceso de cambio climático y la contaminación atmosférica. Así, tenemos que ser capaces de desacoplar el bienestar humano del consumo de recursos.
El modelo de economía lineal con su mecánica sistémica de “tomar, hacer, desechar” es el resultado de un período en que los recursos, la energía, se pensaban ilimitados y eran fáciles de conseguir y no teníamos conciencia de los efectos medioambientales. Así, todo tiene su límite. Con esto, las maniobras de “reducir, reutilizar y reciclar”, buscan reorientar la actuación de la sociedad empresarial y ciudadana.
El año pasado, la industria salmonicultora exportó casi 850.000 toneladas métricas con un valor por sobre los US$ 5.000 millones. Enero 2019 fue el mejor de toda la historia de la salmonicultura chilena. Así y todo, basados en la problemática del cambio de modelo económico, es que analizaremos algunas cifras de industria acuícola.
Según un informe de Subpesca sobre el manejo de residuos sólidos en la acuicultura, los residuos más comunes que se generan son mortalidad, vísceras, descartes, plásticos, envases, bolsas de alimento, capas bioseguridad, guantes, botas, flotadores, boyas. Están los lodos de los sistemas de tratamiento de residuos líquidos, papel, cartón, chatarra, aceite, baterías, pilas, tubos fluorescentes. Los cultivos de algas generan 48 tipos de residuos, los moluscos 64 tipos y los peces un total de 78 tipos.
La salmonicultura recicla el 24,36% de los residuos sólidos, el 74,36% los trasladan a vertederos y el 1,28% tiene disposición indefinida. En el cultivo de moluscos el 7,81 % se recicla o reutiliza, 87,50% se acarrea a vertederos y el 4,69% no se tiene certeza de su destino. En el cultivo de algas el porcentaje de reciclaje es de 10,42%, yendo al vertedero un 87,50% y el 2,08% tiene otra disposición.
Algunas organizaciones ya están cuidando su entorno. Recordemos el retiro de centros de cultivo de agua dulce por parte de AquaChile; Camachaca y su reciclaje de cajas plumavit; Plásticos Puelche con reciclaje de plásticos y fabricación de productos de polietileno trabajando con las botas blancas usadas en los procesos productivos acuícolas y afana, en la reutilización de tuberías de alimentación y de balsas jaulas. La empresa Boot Panel trabaja en la creación de paneles de revestimiento para la construcción, reutilizando las botas de la salmonicultura. Green spot desarrolla la producción de pellets (materia prima) utilizando plásticos reciclados de boyas y flotadores. Rekaba opera con la educación ambiental y con el trabajo con residuos de plástico como materias primas fabricar carcasas para teléfonos, maceteros, vasos, lámparas.
El Instituto de Recursos Naturales de Finlandia (LUKE) trabaja en diferentes usos del pescado según la parte del cuerpo. La piel contiene colágeno que sirve para la industria de cosméticos y tiene aplicaciones en la confección de artículos de cuero. Las escamas, contienen quitina que se transforma en quitosano que ayuda a prevenir coágulos sanguíneos o en productos que protegen las semillas, con aplicaciones en biomedicina, suplementos dietéticos, agricultura. También sirve como material de reparación para revestimientos de pintura. Los huesos y sus minerales, tales como calcio y fósforo, también contienen colágeno, que se usa para la industria química y de fertilizantes.
Cuantas más veces se usan los recursos, más ahorramos y respetamos nuestro ecosistema. Así tenemos la oportunidad de repensar la gestión empresarial desde la economía circular y esta mirada no se puede detener, pues la salmonicultura tiene potencial para implementar una transición a través de sus políticas, normativas, y sus procedimientos, ya que con esto incorporaría un escenario solidario más ágil a la hora de tomar decisiones ecointeligentes.