Construyendo una ruta común para la acuicultura nacional
Chile: Los desafíos de la industria del salmón, así como la incidencia de la innovación, el desarrollo de tecnologías y la diversificación acuícola, fueron los tópicos que se trataron en el seminario realizado por Fundación Chile con motivo de su aniversario.
Para celebrar la trayectoria de innovación y experimentación, Fundación Chile (FCh) realizó el evento “10:20:40”, instancia para festejar los 40 años de la institución, los 20 años de la Estación Experimental Quillaipe y los 10 años de Aquadvise, unidad de negocios que ofrece bioensayos y asesoría acuícola especializada. El encuentro contó con la presencia de destacados exponentes, como Patricio Meller, presidente de FCh, quien abordó la temática “Innovación en el salmón: ¿existe?”. Mientras que Marcos Kulka, gerente general de FCh, dirigió la exposición “Fundación Chile en la trayectoria 10:20:40”.
En su intervención, Marcos Kulka resaltó la trayectoria de FCh y su incidencia en la acuicultura chilena, "siendo un agente honesto, totalmente neutral, buscando siempre las mejores soluciones posibles". Añadiendo que, “en la década de los 80, Fundación Chile, a través de Salmones Antártica, logra tener por primera vez una experiencia exitosa en el cultivo de salmones. A través de este hecho, se sienta un modelo de transferencia tecnológica, demostrativo, que hizo que otros actores participaran, ya que es un modelo exportable y reconocido a nivel mundial. Con el correr de los años, y en la medida que el salmón comenzó a exportarse, la industria presentó nuevas demandas tecnológicas, de desarrollo y certificaciones. Es por ello que hace 20 años, se crea de la Estación Experimental Quillaipe como centro de investigación y desarrollo en el ámbito de control de patógenos. Y en concordancia con este centro, en abril del 2006 se crea Aquadvise, unidad que realiza bioensayos y que se encuentra totalmente conectada con la industria salmonera, brindando distintos tipos de servicios y desarrollos tecnológicos para los desafíos que presenta la salmonicultura chilena”,
En tanto, Patricio Meller fue crítico y planteó diversas interrogantes en cuanto a las acciones y aprendizaje de la industria salmonicultora luego de la crisis del virus ISA. Igualmente, realizó una dura comparación entre la industria salmonicultora chilena y la noruega, especialmente en inversión I+D, capacidad de carga, toneladas de peces cultivados, calidad del smolt, entre otros tópicos. “En Noruega hay dos tipos de empresas salmonicultoras. El primer tipo es una empresa “familiar”, cuyo principio primordial es que “la plata que no se gana hoy, se pierde”. Su sentido de innovación es copiar y realizar ensayo y error. La estrategia de este tipo de empresas es anti innovación, focalizándose en maximizar utilidades y reducir costos, con mirada cortoplacista. El otro tipo de empresa es la basada en I+D y el foco va más allá de lo operativo. Lo que persigue es un desarrollo de conocimiento tecnológico y científico. Se involucran en joint venture y proyectos con la academia. La inversión en I+D concentrado en la industria del salmón en Noruega es de US$ 80 millones por año, de los cuales, el sector privado aporta US$ 24 millones. Lamentablemente, no encontré este tipo de cifras en la industria salmonicultura chilena. Esto se presta para varias hipótesis, como que si no encuentro cifras es porque no invierten, o no quieren decir cuánto invierten, o es muy poco. Tomando esto en cuenta, las empresas salmonicultoras de Chile debieran, por lo menos, invertir aproximadamente US$ 10 millones por año”, puntualizó.
Riesgo sanitario
Para dar respuesta a las interrogantes planteadas, el seminario contó con un panel de expertos que discutieron sobre los desafíos de la industria del salmón. Eugenio Zamorano, jefe de la División de Acuicultura de la Subsecretaría de Pesca (Subpesca); Adolfo Alvial, director regional de Corfo; José Ramón Gutiérrez, presidente ejecutivo de Multiexport Foods, y Víctor Hugo Puchi, presidente de AquaChile, debatieron en torno a ideas para construir una ruta común para la industria salmonicultora.
“El riesgo sanitario en la industria salmonicultora, se conversó muchas veces antes del virus ISA. El instituto Tecnológico del Salmón (Intesal) elaboró un paper en 1991 donde se hacía un recuento de las enfermedades que estaban presentes en la salmonicultura en otros países, pero que en Chile no. En ese entonces, cuestionamos a la autoridad de lo riesgoso que era para el país continuar con la política de importación de ovas. No queríamos ser tan dependientes en materia de importación de ovas. Cuando alcanzamos una talla importante y tuvimos nuestros stocks de reproductores, pensamos en acotar los riesgos de Chile. Y creo que aprendimos, a un alto costo, el impacto que tiene exponer a una industria con biología, en un país con ciencia limitada, a la llegada de enfermedades que no conocíamos. Considero que el país aprendió lo relevante que es la protección del patrimonio sanitario que tiene, porque llegó una enfermedad desde fuera, a través de la importación de ovas, y que, con recursos limitados y regulación ineficaz, no pudimos manejar. Y nos demoramos cinco años en recuperarnos”, comentó Víctor Hugo Puchi.
En tanto, Eugenio Zamorano, manifestó que respecto a las crisis del virus ISA, el surgimiento de esta enfermedad se podía prever. “Cualquier comercio internacional que esté asociado a especies hidrobiológicas tienen, implícitamente, riesgo sanitario. Dependíamos de la importación de ovas, existía una normativa débil y había estudios que daban antecedentes de riesgo de introducción de enfermedades. Esto ha cambiado en el tiempo, se modificó la norma y hoy tenemos mitigado el riesgo de introducción de enfermedades mediante ovas importadas. Del virus ISA aprendimos, en primer lugar, que la autorregulación no existe. En segundo lugar, que el Estado debe ir a la par de la industria cuando es una actividad económica tan importante para un país, y lamentablemente no hubo una autoridad ni regulación potente que pudiera contener las externalidades de esta actividad económica de un bien de uso público como el mar. Por otra parte, la industria se dio cuenta de que tenía una deuda pendiente con las comunidades, pero al parecer esto aún está en proceso de aprendizaje. El conflicto social en Chiloé, solo evidenció una crisis entre la industria y las comunidades donde está inserta. ¿Estamos preparados para otra crisis como las del 2007? Claramente estamos en un pie distinto que hace casi diez años, con distinta normativa, con una industria que ha aprendido, innovado e incorporado buenas prácticas en todos sus ámbitos. Pero sin duda que tiene muchos desafíos por delante y mucho que aprender todavía”, sentenció.
Camino correcto
Durante 20 años, la industria salmonicultora fue totalmente competitiva. Exportaba calidad y se mostraba como forjadora del “Silicon Valley” chileno al cual todos se querían venir a vivir. Sin embargo, el 2007 fue el comienzo de la crisis del virus ISA, que fue el punto de inicio de una crisis profunda que ha durado casi 10 años y que todavía no tiene solución.
“Espero que los dos grandes hechos que nos han marcado como industria, el 2007 con el virus ISA y este año, con el bloom de algas y el conflicto social, sean el comienzo y el fin de una gran crisis. Pero, ¿por qué en 10 años no hemos logrado salir completamente a flote? Lamentablemente, aún no implementamos la solución. Claro que hemos avanzado en cuanto a control de enfermedades, pero estamos produciendo el salmón más caro del mundo, US$ 2,5 más caro que nuestra competencia noruega y nuestro salmón no tiene la mejor imagen del mundo. Por lo tanto, tenemos una gran amenaza por delante. Sin embargo, la buena noticia es que hay un consenso generalizado de todos los actores, público y privados, de que la industria salmonera debe cambiar. Estamos en tránsito al cambio, pero es una mesa con cuatro patas, de las cuales ninguna puede faltar. Lo primero es un cambio a la normativa, con una discusión eminentemente técnica y profesional, para pensar en una industria sustentable. Lo segundo se relaciona con mejorar nuestra competitividad y para ello, tenemos que invertir. Estamos muy atrasados", comentó el presidente ejecutivo de Multiexport, José Ramón Gutiérrez.
Añadiendo que, "necesitamos innovar e invertir un alta suma dinero en mejorar la eficiencia en la producción de smolts, mejorar el modelo de transporte y la logística desde los centros de agua dulce a los centros de cultivo. También necesitamos centros de producción en el mar más amplios y distantes. En tercer lugar, debemos mejorar la imagen de nuestro salmón en el exterior, especialmente abocarnos en el control y uso racional de los fármacos, para luego presentar un adecuado plan de Marketing, una campaña seria para mejorar la percepción en los mercados vitrina. Y en cuatro lugar, debemos trabajar en nuestra relación con la comunidad. Es evidente que el modelo antiguo, de ofrecer desarrollo de la comunidad mediante crecimiento económico, está totalmente obsoleto. Creo que la industria del salmón es la que tiene la más fuerte relación con las comunidades donde está inserta, pero una mayor cercanía, requiere un cambio cultural, desde el gerente general hasta el auxiliar”.
Finalmente, Adolfo Alvial, director de Corfo Los Lagos, explicó que el ISA no solo era un riesgo esperable, sino que además según un estudio genético, el ISA estaba presente en Chile desde el 2004 aproximadamente. “Lo que hay que preguntarse es por qué no se manifestó antes. En este sentido, no se puede ignorar en la trayectoria el incremento en la carga de los cuerpos de agua. A mi juicio, es la real causa. El eje de acción de esta industria ha estado abocado a combatir enfermedades, pero no a combatir su origen, ni buscar las causas. Entonces, ¿cuánto podemos cargar por m²? Eso, actualmente, no lo sabemos. Intuitivamente sabemos que en un área se puede cargar más que otra, porque algunas son más frágiles que otras por temas oceanográficas. Sin embargo, la síntesis del origen del ISA y los problemas que ha tenido la industria después de la salida de este virus, es que el conocimiento científico débil, genera regulaciones y prácticas débiles".
Concluyendo que, "la gran tarea ausente, por años, que involucra a industria y Estado, es que no hemos desarrollado suficiente capacidad, científica y tecnológica en Chile, para sostener una industria de la magnitud y la importancia que reviste. Desde la génesis de la industria salmonicultora, el Estado ha jugado un rol “al debe”, yendo siempre detrás de ella con la normativa. Y la única forma que tuvimos, a principios de la década pasada, fue generar un trabajo cercano público-privado, sin confundir los roles, pero que pudiéramos compartir el conocimiento desde la industria y esperar desde el Estado, normativas que descansaran sobre la realidad que no veía. Ahora bien, ¿por qué, a raíz del ISA, esa ruta creada y consolidada entre industria, academia y Estado, se interrumpió, en el momento en que más necesitábamos fortalecer las capacidades tecnológicas y el acercamiento con los proveedores y la comunidad? Esta industria tiene una gran potencialidad y grandes desafíos, pero que debe cumplirlos, haciéndose cargo. La industria debe conocer a cabalidad el ambiente donde se cultivan los peces. Esto es una tarea pendiente”.