La Enfermedad Amebiana de las Branquias
Por el Dr. Hamish Rodger, Vet-Aqua International www.vetaquainter.com .
¿Qué es la AGD? La Enfermedad Amebiana de las Branquias (AGD, por sus siglas en inglés) es una condición en peces marinos de cultivo, principalmente salmónidos, que provoca una patología branquial. El resultado es retraso en el crecimiento, bajo rendimiento y mortalidad. En el cultivo de salmón en mar es causada por una ameba llamada Neoparamoeba perurans. Esta ameba marina es de vida libre y parasitaria y cuando coloniza tejido branquial puede causar una reacción celular dramática en el pez, que se traduce en la proliferación y fusión de la anatomía branquial. Esto se manifiesta como áreas gris claro o blanquecinas, y mucosidad excesiva que, a medida que aumenta, afecta más y más la superficie de las branquias. Estos cambios conducen a un compromiso o falla parcial en las funciones branquiales normales, incluyendo la respiración (consumo de oxígeno y descarga de dióxido de carbono), osmorregulación (control de sales y líquidos en el cuerpo), control del equilibrio ácido/ base y excreción de residuos nitrogenados desde el cuerpo (principalmente, como amoniaco). También hay evidencia de que las branquias tienen un papel en el monitoreo tanto del oxígeno como el dióxido de carbono en la sangre, a través de neuronas sensoriales (Evans et al., 2005). Por lo tanto, el impacto de branquias comprometidas en la salud de los peces será profundo, y en el caso de AGD esto da lugar a que los peces pierdan la capacidad para alimentarse, tengan dificultad para respirar correctamente y también carezcan de un control normal de las sales, líquidos y gases en su sangre y, como resultado, si no se tratan, morirán. Problemas branquiales más sutiles pueden provocar que los peces permanezcan más vulnerables durante períodos de bajo nivel de oxígeno o estrés, como cuando las temperaturas son altas, o cuando los peces son expuestos a muy altas densidades como durante los tratamientos antiparasitarios o cuando se transporta para la cosecha. También hay especies de amebas de agua dulce que pueden causar problemas en los cultivos de trucha y otras especies, sin embargo, el enfoque de este artículo estará en aquellas de origen marino.
¿Quién lo tiene? En salmonicultura, los primeros reportes provinieron de Tasmania poco después de que partiera el cultivo de estos peces en dicho lugar, a mediados de la década de los ochenta. La AGD sigue siendo un desafío hasta el día de hoy, aún con buenos métodos de control implementados para tratar esta enfermedad. AGD ha sido reconocida en la mayoría de las regiones de cultivo de salmónidos, incluyendo los EE.UU. (Washington), Chile, Francia, Irlanda, Escocia, España y Noruega. Otras especies de peces afectadas por la AGD incluyen al turbot de cultivo (Psetta maxima), la lubina (Dicentrarchus labrax) y el ayu (Plecoglossus altivelis) en España, Francia, Portugal y Japón (Mitchell & Rodger, 2011).
¿Desde dónde apareció? Las amebas marinas son ubicuas y han sido descritas en el ambiente marino como de vida libre y también como organismos parásitos de muchas especies, incluyendo erizos, cangrejos y langostas. El agente causal de la AGD, N. perurans, parece tener distribución mundial y ha sido detectado mediante técnicas moleculares (PCR) en salmón y turbot de cultivo. Las muestras tomadas por Vet-Aqua International también han sido examinadas por PCR y han identificado N. perurans en piojos de mar (L. salmonis), hidrozoos del biofouling (E. laringe) y caballa (S. scombrus) en jaulas con salmón afectado por AGD. Sin embargo, sigue existiendo una gran brecha en el conocimiento acerca de la biología de este parásito. Los resultados de estudios realizados en Australia han demostrado que las densidades de amebas son significativamente más altas en el verano y que los recuentos bacterianos, la turbidez del agua y la temperatura se asociaron significativamente con dichas densidades (Douglas-Helders et al., 2003).
¿Cuándo causa problemas? Este parásito produce una respuesta dramática en las branquias del salmón de cultivo, mientras el número de amebas y respuesta en las branquias parecen estar afectados por varios aspectos, tales como la condición original de las branquias, la presencia de otras enfermedades, la genética, la edad (o tamaño), así como la temperatura y salinidad del agua, observándose el problema con mayor frecuencia durante períodos o lugares con alta salinidad. Los centros de cultivo salobres o con aportes de agua dulce son raramente afectados. Pareciera que el parásito puede permanecer inactivo a bajas temperaturas, pero cuando éstas aumentan puede haber un rápido incremento en la presencia de amebas. En tanto, cuando hay menos oxígeno disponible, esto dificulta su reproducción. Algunas investigaciones han indicado que los peces en realidad no pueden sucumbir por insuficiencia respiratoria, sin embargo, el reto principal está asociado con alteraciones del equilibrio ácido-base junto con el aumento de la mucosidad en las branquias, que menoscaba la excreción de dióxido de carbono. También se ha descrito disfunción cardiaca en salmón afectado por AGD (Powell et al., 2008). En algunos casos de AGD también se han observado lesiones hepáticas.
¿Por qué se ha convertido en un reto? Esta pregunta sigue sin una clara respuesta, existiendo muchas teorías respecto de por qué las amebas se han vuelto un desafío para el sector. Las condiciones ambientales parecieran haber cambiado y contribuido a una más rápida multiplicación de las amebas, las propias amebas podrían haber cambiado, o las condiciones de cultivo de peces puede haberse desarrollado de modo tal que promueven la formación de sustratos más adecuados para estos organismos, un aumento en la predisposición de las condiciones branquiales podría también permitir una colonización más fácil y/o podría ser una combinación de algunos (o todos) estos factores. Sin embargo, una cosa que sí sabemos, es que el problema ha emergido y es posible que siga con nosotros por algún tiempo.
¿Cómo puede ser controlado? Buena bioseguridad y condiciones de cultivo ayudarán a reducir el riesgo de contraer la enfermedad, mientras que descansos sanitarios, operación de centros con year-class de una sola generación, evitando mover peces infectados y una rápida eliminación de la mortalidad ayudará en el control de las enfermedades infecciosas y se aplican por igual a AGD. Las amebas pueden sobrevivir en el agua de mar y, se ha sugerido, que también pueden ser transmitidas por vectores silvestres, por lo que hay un cierto grado de riesgo si su sitio es de alta salinidad y se ubica en una región donde se han confirmado otros casos. También es importante realizar un control semanal de la condición branquial para las típicas manchas pálidas grises/blancas (por ejemplo, durante los recuentos de piojos), así como evaluar y llevar un registro de toda mancha en las branquias (puntuación de 0 [sin manchas, agallas sanas de color rojo] a 5 [lesiones extensas que cubren la mayor parte de la superficie de las branquias]) y, si se observa cualquier lesión sospechosa, entonces se debe comprobar mediante microscopio, histología y/o PCR. Luego, se puede instituir intervención y tratamientos tempranos. En algunas zonas de Tasmania los peces son rutinariamente bañados en agua dulce, por 2-3 horas para un máximo de 12 a 15 veces durante la fase de engorda. Esto incrementa significativamente el costo de producción, no obstante, en Tasmania ahora hay muy pocas pérdidas de stock debido a AGD. La falta de disponibilidad de agua dulce en Escocia e Irlanda y la ausencia de una infraestructura establecida para utilizar agua dulce ha hecho que algunos sitios hayan probado el peróxido de hidrógeno como una terapia alternativa y aunque existen riesgos con este tratamiento, ha demostrado ser eficaz en la reducción de la carga de amebas o en eliminar la infestación en algunos casos. Las variables a tener en cuenta con un tratamiento de peróxido incluyen condiciones branquiales, la temperatura del agua, la carga orgánica en el agua, el tamaño de los peces, si el tratamiento es realizado con lona o en wellboat, etc. No existe una vacuna eficaz para la enfermedad, a pesar de muchos años de investigación, sin embargo, los peces no parecen desarrollar inmunidad a la enfermedad y existe evidencia en Australia que indica una variación genética en función de AGD y supervivencia en salmón Atlántico (Taylor et al., 2009). Capacitar al personal del centro en la forma de detectar, probar y examinar los peces para AGD también es importante, ya que la detección y acción temprana se asegurará de que el impacto de esta enfermedad pueda ser minimizado.
Referencias Douglas-Helders et al. (2003) Journal of Fish Diseases, 26, 231 - 240 Evans et al. (2005) Physiological Reviews, 85, 97 - 177 Mitchell & Rodger (2011) Journal of Fish Diseases, 34, 411 – 432 Powell et al. (2008) Journal of Fish Biology, 73, 2161 – 2183 Taylor et al. (2009) Aquaculture, 294, 172 – 179