Columna de Opinión

La pesca y acuicultura chilena: treinta años de actividades, desencantos y progresos

Carlos Wurmann. Foto: Cedida.

Carlos Wurmann advierte sobre una "fatiga" del sector salmonicultor, debido principalmente a problemas y restricciones de gobernanza, mercados más desafiantes y costos crecientes.

*Columna de opinión para Salmonexpert de Carlos Wurmann, presidente de CIDEEA, Centro Internacional de Estudios Estratégicos para la Acuicultura.

En las últimas tres décadas, el sector pesquero y acuícola chileno ha experimentado cambios profundos. En lo fundamental, Chile pasó de ser un país centrado en la pesca extractiva a consolidarse como un actor destacado en la acuicultura mundial, aunque manteniendo su status de importante país pesquero, claro está que con un menor nivel de actividad en lo extractivo. Este tránsito ha estado marcado por notables progresos, pero también por desafíos estructurales, económicos y regulatorios que afectan su desarrollo sostenible.

Producción y evolución del sector

La pesca extractiva , que dominó históricamente la actividad pesquera en Chile, alcanzó su punto máximo en 1994 con 7,8 millones de toneladas (MMT). Desde entonces, los volúmenes han disminuido significativamente, estabilizándose en 2,6 MMT anuales en 2021-2023. Esta caída se atribuye principalmente a la sobreexplotación de recursos pelágicos como la anchoveta, el jurel y la sardina común, que representan más del 80% de las capturas y destinados mayoritariamente a la producción de harina y aceite de pescado.

A la vez, la pesca artesanal, que abasteció por décadas al mercado interno con productos frescos, es una actividad que ha ido ganando importancia con el tiempo con desembarque crecientes centrados en especies como la jibia y algunos pelágicos, como consecuencia de medidas regulatorias que han favorecido este quehacer por sobre la pesca industrial. Sin embargo, enfrenta retos significativos debido a la sobreexplotación de la mayor parte de los restantes recursos costeros destinados al consumo humano de alta demanda interna, como la merluza común, el congrio colorado y otros. Así, actualmente la mayor parte de las capturas artesanales se destinan a usos industriales en lugar de suplir el consumo humano en fresco como era tradicional.

Paralelamente, la acuicultura ha emergido como una gran fuerza transformadora en el sector. Desde sus inicios experimentales con moluscos y algas en los años de 1950 a 1970 y con el primer cultivo comercial de salmón en 1978, ha crecido exponencialmente. Entre 1991/1993 y 2021/2023 las cosechas nacionales han crecido a razón de un 13,5% acumulativo anual (15,3% en peces; 22,9% en moluscos y -5,7% en algas). Desde 2020 las cosechas sobrepasan los 1,5 MMT, a excepción de 2021, con 1,44 MMT. En 2023, la producción acuícola alcanza 1,503 MMT, dominada por el cultivo de salmónidos (72,5% del total) y mejillones (25,9%). Chile es actualmente el segundo productor mundial de salmón, después de Noruega, y también ocupa esta posición en la producción de mejillones, detrás de China.

A pesar de lo anterior, la acuicultura no está exenta de desafíos. La salmonicultura enfrenta problemas de enfermedades recurrentes que afectan la producción y obligan a operar con densidades relativamente reducidas y períodos de descanso obligatorios. Además, el sector enfrenta limitaciones regulatorias que restringen su expansión en nuevas concesiones o relocalizaciones. Adicionalmente, aunque el crecimiento en los últimos 30 años ha sido significativo, se observa una ralentización en las tasas de aumento anuales a lo largo del tiempo, lo que refleja una "fatiga" del sector debido principalmente a problemas y restricciones de gobernanza, mercados más desafiantes y costos crecientes. Las pérdidas de dinamismo afectan por igual a peces y moluscos.

Exportaciones y mercado interno

Chile es reconocido como un actor muy relevante en el comercio internacional de productos pesqueros y acuícolas. En 2023, las exportaciones del sector alcanzaron unos 9.000 millones de dólares, representando el 9,5% del valor total de bienes exportados por el país. Este éxito está impulsado principalmente por la acuicultura, que representó el 54,6% del volumen y el 79,3% del valor exportado en 2023. Los productos más destacados son el salmón y los mejillones, que encuentran sus principales mercados en Estados Unidos, la Unión Europea, China, Japón y Brasil.

Las exportaciones acuícolas han desplazado de su sitial preferente a productos tradicionales de menor valor, como la harina de pescado, que ha experimentado una disminución en volumen y en valor total debido a la reducción de las capturas pelágicas y a una creciente demanda interna para elaborar alimentos balanceados. La acuicultura también ha permitido generar un valor agregado considerable: el precio promedio FOB de los productos acuícolas es de 7,7 USD/kg, en comparación con solo 2,4 USD/kg de los productos de pesca extractiva en 2023. En los últimos 30 años terminados en 2023, los volúmenes totales de exportación del sector han crecido a una tasa media acumulativa anual (TMAA) de un 0,2%, como producto de TMAA de un 8,6% en acuicultura y de un -2,2% en productos de la pesca extractiva. En materia de valores expresados en USD del mismo año, las TMAA totales para los mismos 30 años aumentan en un 3,8%; con un 7,5% en acuicultura y de un -0.4% en productos de la pesca.

La orientación exportadora de la pesca y la acuicultura del país ha requerido poner en marcha una industria altamente tecnificada y competitiva¸ generalmente de gran tamaño. Sin embargo, esta vocación ha tenido consecuencias para el mercado interno, el que sistemáticamente ha sido descuidado, con lo que Chile enfrenta un creciente déficit de abastecimiento doméstico en productos frescos y de alta demanda, lo que ha motivado un aumento significativo en las importaciones de productos pesqueros. Entre 1990/1992 y 2020/2022 el volumen de importaciones creció un 1.411% y los valores en un 1.216% (moneda del mismo año), destacando la llegada de camarón ecuatoriano y atún, que han suplementado a las especies locales en el consumo humano directo y también harinas y aceite de pescado..

Gobernanza y litigios regulatorios

Desde hace ya algún tiempo el marco regulatorio del sector pesquero y acuícola ha sido objeto de controversias y diferencia de opiniones técnicas y políticas, lo que ha generado un ambiente de incertidumbre sectorial, especialmente en los actores empresariales involucrados. En la pesca extractiva, la Ley N°20.657 de 2013, que divide los derechos de pesca entre los sectores industrial y artesanal, ha sido criticada en algunos medios por su arbitrariedad en la asignación de cuotas, y actualmente se tramita un nuevo proyecto de ley que aumenta los derechos del sector artesanal a expensas de la actividad industrial, situación que ha exacerbado las tensiones por las sensibles implicaciones para la estructura productiva industrial pesquera del país.

En el ámbito acuícola, también existe incertidumbre ante la inminente presentación de un nuevo proyecto de ley, esta vez separado del de la pesca extractiva, del que se ignora las restricciones regulatorias que pueda contener y los efectos sobre la tramitación y asignación de nuevas concesiones y proyectos. Adicionalmente, la Ley Lafkenche ( N°20249 de 2008), prioriza los derechos de las comunidades indígenas en las zonas costeras, lo que ha paralizado la asignación de áreas de cultivo, añadiendo un nivel de complejidad a la expansión del sector. Además, diferencias entre actores gubernamentales, empresariales y ambientales han obstaculizado la implementación de medidas que equilibren la sostenibilidad con el crecimiento productivo, percibiéndose un ambiente poco propicio para el desarrollo de la acuicultura de carácter empresarial.

Una sobrerregulación normativa ya evidente y la falta de un enfoque integrado para la gobernanza han afectado también negativamente la competitividad de la salmonicultura chilena, y han limitado el ámbito de la gestión privada en los cultivos, restándole libertad de manejo a las empresas del rubro, y desalentando futuras inversiones. Los costos operacionales se han elevado significativamente a lo largo del tiempo, dejando de ser la nación más eficiente en el cultivo de salmónidos. Igualmente el país ya debe competir con proyectos que han adoptado y continuarán adoptando tecnologías avanzadas, como sistemas de recirculación en tierra, esta vez situados en los mismos países que importan los salmónidos desde Chile, agregando un mayor nivel de incertidumbre en la industria, la que ha reaccionado solamente en forma parcial a estos hechos, arriesgando pérdidas de mercado inminente en los próximos 10 a 15 años. Además, un reciente estatuto para apoyar el desarrollo de los cultivos en pequeña escala ( D.S N°45 del Min. Economía, Fomento y Turismo de 2021) no parece tener los componentes, el financiamiento ni las estrategias que faciliten un desarrollo significativo de estas producciones, situaciones todas que configuran un panorama poco alentador para la acuicultura nacional en el futuro cercano.

Como contrapartida a estas dificultades, la Corfo destacada agencia del Estado que promociona el desarrollo y la actividad económica, está encabezando desde hace alrededor de una década un notable esfuerzo de inversión y liderazgo para promover la diversificación de las especies cultivadas, como la palometa, la corvina y el congrio colorado, entre otras, junto a acciones para estudiar e incentivar la incursión en cultivos en zonas oceánicas expuestas, y diversificar y ampliar el uso de nuevos componentes de origen vegetal en las dietas utilizadas en los cultivos. Sin embargo, el país aún requiere de mayores esfuerzos para impulsar no solamente esas acciones, sino que debe agregar otras que permitan un real despegue de los cultivos en pequeña escala, con efectos mensurables en la oferta para el mercado interno, y como posible paliativo a la disminución de la pesca extractiva costera de muchas especies. Igualmente, se requiere profundizar los empeños para desarrollar la acuicultura en la zona centro-norte y norte del país, donde probablemente la falta de áreas protegidas para cultivar motivarán acciones basadas en proyectos de recirculación, y, más adelante, con técnicas apropiadas para actuar en zonas oceánicas de alta energía.

Desafíos y perspectivas futuras

El futuro del sector pesquero y acuícola en Chile presenta oportunidades y riesgos. A pesar de los desafíos actuales, el país sigue teniendo un potencial significativo para conservar sus más importantes pesquerías en niveles similares a los actuales, y de darse una legislación favorable, mantener su liderazgo mundial en la producción de cultivo, creciendo significativamente en las próximas décadas con sus cosechas tradicionales y a través de la ampliación de la matriz productiva con nuevas especies y en nuevos sectores geográficos, aunque casi con certeza a velocidades menores a las experimentadas en el pasado. Cabe cuestionar eso sí, si la inversión empresarial en innovación y en la adopción más acelerada de cultivos en recirculación; la incursión en acuicultivos en zonas oceánicas expuestas y un enfoque renovado en sostenibilidad, con apoyo del Estado, podrán materializarse en plazos razonables, de forma de mantener la competitividad de las cosechas locales en los mercados internacionales, agregando ahora nuevas exportaciones a más países de economías en desarrollo y la profundización de los esfuerzos de venta en los destinos tradicionales.

La diversificación de especies cultivadas es esencial para reducir la dependencia de la salmonicultura y la producción de mejillones y mejorar la resiliencia del sector, aunque difícilmente el país deje de depender mayoritariamente de esos cultivos al menos por las siguientes 2 ó 3 décadas. Paralelamente, debe aumentarse el esfuerzo innovativo para incorporar en pleno al país en el uso de las nuevas tecnologías, que sin dudas prevalecerán en las próximas décadas. Para esto no solo se requiere un mayor y sostenido esfuerzo del Estado, sino que también una actitud mucho más proactiva de la industria, la que parece seguir concentrada principalmente en sus resultados inmediatos, descuidando acciones que reafirmen su competitividad y sostenibilidad a largo plazo, invirtiendo mucho más en resolver problemas de enfermedades, disminuir drásticamente el uso de antibióticos, y buscar la forma de enfrentar con éxito los cultivos de recirculación y en zonas oceánicas expuestas en sus mercados más importantes, desafiando las soluciones técnicas actualmente en uso.

Ninguna de estas acciones consideradas aisladamente garantizarán por si solas la competitividad y sostenibilidad de los cultivos acuáticos en Chile, pues mucho dependerá de la gobernanza sectorial, y la forma en que se relacionen los diversos actores productivos, aquellos en el ámbito de servicios y el aparato de I+D+i, y todos ellos con el Estado, el que salvo excepciones, hasta la fecha no parece haber estado a la altura de las necesidades y desafíos, privilegiando más los cuestionamientos a esta industria y no ejerciendo la opción de liderar y direccionar los esfuerzos para promover un proceso de desarrollo efectivo y sostenible. Una gobernanza cuestionable, los trámites regulatorios y fallas en la oportunidad para actuar, junto a falta de diálogo, acuerdos y coordinación entre los actores gubernamentales y privados dificultan la implementación de medidas efectivas para abordar estos problemas.

La pesca extractiva y el mercado interno también requieren de mayor atención, debiendo mejorarse el estudio de las diversas pesquerías y la propuesta de planes de acción anuales que busquen sostenibilidad. Igualmente, se requiere de mejores y más oportunas estadísticas de producción, precios y volúmenes de venta; estratificación de la pesca por niveles de calidad; mayor uniformidad y continuidad en la producción, infraestructura de desembarque y comercialización, y que el pescador de pequeña escala pueda hacerse de una mayor proporción de los precios de venta al público de sus productos, para que existan reales incentivos para mejorar las tecnologías de pesca y conservación y la competitividad, vista la fuerte competencia con carnes de aves y cerdo.

Aumentar la disponibilidad de productos frescos y asequibles para el consumo local es fundamental para mejorar la oferta pesquera en el mercado local y la seguridad alimentaria. Esto incluye fortalecer el apoyo a los pequeños productores y promover cultivos de menor escala que puedan abastecer mejor a las comunidades locales y a grandes centros urbanos.

Conclusión

Chile ha evolucionado desde su estatus de país predominantemente pesquero para convertirse en un líder mundial en acuicultura, con una fuerte orientación exportadora. Aunque los cultivos han logrado avances significativos, enfrentan desafíos estructurales que requieren atención urgente. La sostenibilidad de los recursos marinos, la competitividad de la salmonicultura, la diversificación productiva, las actividades de I+D+i y el fortalecimiento del mercado interno -entre otras-son áreas críticas que deben abordarse para garantizar un desarrollo equilibrado.

El éxito de la pesca y la acuicultura nacional en el futuro dependerá de un enfoque integrado que combine una gobernanza efectiva, inversiones en innovación tecnológica y un compromiso renovado con la sostenibilidad ambiental y social. Si se logran resolver los conflictos regulatorios y se implementan medidas para apoyar tanto a los grandes como a los pequeños productores, Chile estará en una posición privilegiada para consolidar su liderazgo global en pesca y acuicultura, aportando significativamente a la generación de puestos de trabajo estables, las exportaciones, la oferta en el mercado doméstico, la seguridad alimentaria y el desarrollo regional y nacional.