La importancia de retirar la salmonicultura de las áreas protegidas
*Columna de opinión para Salmonexpert de Flavia Liberona, directora ejecutiva de Fundación Terram.
Al anunciar la realización de un proceso gradual para sacar las concesiones salmonicultoras de las áreas protegidas de la Patagonia chilena, el Presidente Boric se hace cargo de instruir a la autoridad sectorial para hacer cumplir con la legislación vigente, pues, aunque parezca insólito, por más de 30 años la industria salmonicultora chilena ha operado sin cumplir mínimos estándares en relación a la conservación de la biodiversidad.
Sin embargo, esta responsabilidad no recae sólo en las empresas, sino también en la complicidad de los distintos gobiernos que vieron en la “floreciente” industria salmonicultora un negocio para Chile, sin importar que se tratara del cultivo de especies exóticas y carnívoras en zonas prístinas de la Patagonia chilena, omitiendo los impactos ambientales y culturales que traería consigo.
Entre 1990 y 2020, la producción salmonicultora en Chile creció en un 117% anual, y eso fue posible gracias a subsidios estatales directos e indirectos, además del beneplácito de las autoridades de turno que no hicieron cumplir las regulaciones vigentes, junto con no disponer de personal y presupuesto suficiente para fiscalización, haciendo la vista gorda a los impactos ambientales que ha provocado esta actividad económica, cuyas operaciones en mar sólo son evaluadas vía Declaración de Impacto Ambiental (DIA).
Lo que acaba de anunciar el Presidente Boric es que se debe cumplir la ley, acorde a una serie de demandas surgidas desde diversas organizaciones de la sociedad civil, las que hemos solicitado la salida de los centros de cultivo de mar de diversas áreas protegidas, situación que cobró mayor relevancia a partir de abril de 2021, cuando se produjeron Florecimientos Algales Nocivos (FAN) en las regiones de Los Lagos y Aysén, donde existían centros de cultivos próximos a áreas protegidas y en los cuales se había autorizado el incremento de producción por parte del Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) vía DIA y no por medio de un Estudio de Impacto Ambiental (EIA), tal como señala la ley.
La incompatibilidad entre los cultivos de salmónidos y las acciones de conservación puede ser explicada tanto en el ámbito regulatorio como en relación a los impactos ambientales que esta actividad genera. En cuanto al ámbito legal, el artículo 158 de la Ley General de Pesca y Acuicultura y el artículo 36 de la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente establecen que no se pueden realizar actividades de acuicultura en zonas lacustres, fluviales o marinas que formen parte de Parques Nacionales, lo cual ha sido ratificado por la Contraloría. Sin embargo, se estima que existen entre 20 y 30 concesiones otorgadas en esta categoría de áreas protegidas.
En cuanto a las actividades al interior de Reservas Nacionales, tanto la legislación vigente como el órgano contralor señalan que estas deben ser compatibles con los fines de conservación que deberán estar explicitados en el decreto de creación o plan de manejo. A pesar de ello, se estima que actualmente existen más de 400 concesiones salmonicultoras al interior de esta categoría de áreas protegidas, sin que éstas tengan un plan de manejo aprobado. Es decir, tanto para el caso de parques y reservas, históricamente la autoridad y la industria han incumplido la legislación vigente.
En lo que se refiere a impactos ambientales, sabemos que existe una larga lista y que recurrentemente han sido denunciados por organizaciones locales y ambientales. Estos principalmente tienen que ver con el aumento de nutrientes en la columna de agua, lo cual facilita las floraciones algales nocivas; la mayor carga de químicos y antibióticos en el medio acuático, lo que afecta el desarrollo de invertebrados; la disminución de oxígeno disuelto en el agua; la reducción de oxígeno en el fondo marino, generando anoxia y el impacto que provoca el incremento del tránsito marino en zonas donde existen especies de mamíferos marinos con problemas de conservación.
Finalmente, es importante comprender que la Patagonia chilena se ha posicionado como un lugar privilegiado en el planeta, donde es posible promover el desarrollo del territorio basado en la conservación del patrimonio natural terrestre y marino. En este sentido, desde Fundación Terram consideramos que es muy importante sacar la industria salmonicultora de las áreas protegidas, pero sin perder de vista la cantidad de empleos y las condiciones laborales en que se desarrolla esta industria, para así poder diseñar e implementar desde el Estado un proceso que permita llevar a cabo una efectiva reconversión laboral.