Mortalidad de ballenas: los mitos que han llevado a responsabilizar a la salmonicultura
Aunque se han observado lamentables muertes de cetáceos, por intoxicación frente a la marea roja, varias ONGs culpan a la industria por estos fenómenos naturales.
La Superintendencia del Medio Ambiente realizó dos requerimientos de información a las empresas Australis Seafoods y Cooke Aquaculture, luego de que se reportara la muerte de dos ejemplares de ballena jorobada en las regiones de Magallanes y Aysén, respectivamente.
En el caso de Magallanes, el ejemplar de cetáceo fue encontrado al interior de la Reserva Nacional Kawésqar. En Aysén, en tanto, estaba ubicado en el Parque Nacional Laguna San Rafael, pero las compañías dejaron en claro que las ballenas llegaron muertas al lugar y que no tienen responsabilidad en los lamentables hechos.
Con todo, recientemente en el marco del Día Nacional de las Áreas Protegidas de Chile, un video con imágenes de estas dos ballenas muertas fue expuesto en pantallas gigantes de Nueva York, y denunció ese sentido la supuesta desprotección en la que están estos espacios resguardados por ley.
Desde la industria del salmón manifiestan que hace un par de años también se produjo una mortalidad masiva de ballenas, en el lado Atlántico, a la altura de Chiloé, producto de fenómenos naturales, lo mismo en la Región de Aysén. “Hay que sacar la idea de que es a causa de los centros de cultivo, los científicos afirman que es por intoxicación debido a marea roja, principalmente”.
Contexto
Respecto a lo anterior, según medios argentinos, en noviembre de este año el monitoreo sanitario de Chubut registró durante las últimas semanas la muerte de 71 ballenas franca austral en Península Valdés, de las cuales 53 son ballenatos y 18 ejemplares adultos. Gabriela Bellazzi, presidenta del Concejo Deliberante de Puerto Pirámides y miembro de la red de varamientos, explicó que el fenómeno parece estar vinculado a una toxina natural que genera la marea roja.
Según Bellazzi, la presencia de esta toxina suele estar relacionada con la primavera, y aumento de las temperaturas marinas. La toxina es absorbida por los organismos que las ballenas consumen, y al filtrarlos, quedan expuestas a niveles letales de esta sustancia.
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“Es un fenómeno natural que se da en todos los mares del mundo, aunque el calentamiento de los océanos podría aumentar su frecuencia”, señaló Bellazzi, subrayando que, aunque la pérdida de cualquier ballena es lamentable, el número actual de muertes no es alarmante.
Una preocupación adicional es el impacto en la costa de la acumulación de estos animales. Empresas de avistaje y organizaciones locales colaboran en la reubicación de las ballenas varadas para evitar que lleguen a playas turísticas, como ocurrió recientemente en la Playa de Las Cuevas.
Sin embargo, el proceso es complejo y a menudo riesgoso, ya que la descomposición produce gases que pueden hacer que los cuerpos exploten, tal como sucedió cuando una máquina intentaba mover un ejemplar.
Bellazzi recomendó a la comunidad mantenerse alejada de los animales varados y evitar el contacto de mascotas con los restos, ya que la toxina puede representar un peligro para ellos.