El cambio climático es una gran amenaza para el suministro de ingredientes marinos
Italia: Según un informe de la FAO, las principales pesquerías se enfrentan a reducciones de hasta el 30%, si no se detiene el aumento de las emisiones de CO2.
El volumen de pescado capturado en las costas de Perú –un importante proveedor de ingredientes marinos para la alimentación del salmón de cultivo– podría disminuir en más de un tercio para fines de siglo si las emisiones continúan aumentando, de acuerdo con lo que se advierte en un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Perú es uno de los muchos países y territorios que verán una caída en sus capturas debido al impacto del cambio climático en los océanos, según el informe, que consideró dos escenarios de emisiones diferentes.
El escenario de “bajas emisiones” predice lo que sucederá con las poblaciones de peces si se logran emisiones netas cero para 2050 y el calentamiento atmosférico global es inferior a 2 °C para 2100.
En el escenario de “emisiones elevadas”, las emisiones siguen creciendo y alcanzan su punto máximo antes de finales del siglo, lo que conduce a un calentamiento atmosférico global de entre 3 y 4 °C para 2100.
Según los investigadores, en el escenario de bajas emisiones, los cambios en la disponibilidad de alimentos del mar se estabilizarán entre ningún cambio y una disminución del 10% o menos en 178 países y territorios para fines del siglo.
Caída del 37,3% para Perú
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En el escenario de altas emisiones, las disminuciones se agravan hasta el 30% o más en 48 países y territorios. Entre las disminuciones más notables se encuentran las de los principales países productores de pescado, que empeoran hacia fines del siglo en el escenario de altas emisiones (por ejemplo, el 37,3% en el caso de Perú y el 30,9% en el de China), pero se estabilizan en el escenario de bajas emisiones.
El informe “Riesgos del cambio climático para los ecosistemas marinos y la pesca”, fue elaborado por el Proyecto de Intercomparación de Modelos de Ecosistemas (FishMIP), una red internacional de investigadores que trabaja con la FAO para comprender los impactos a largo plazo del cambio climático en los ecosistemas marinos y la pesca a través de modelos numéricos.
Esto se produce poco después de la última edición de “El estado mundial de la pesca y la acuicultura (SOFIA)”, que mostró que la producción pesquera y acuícola mundial alcanzó un nuevo máximo de 223,2 millones de toneladas en 2022.
Beneficios de bajas emisiones
“Comprender los posibles impactos del cambio climático sobre los ecosistemas marinos y sus pesquerías, y las incertidumbres asociadas, es crucial para diseñar programas de adaptación a escalas apropiadas”, afirmó Manuel Barange, director general adjunto de la FAO y director de la División de Pesca y Acuicultura.
“Las emisiones más bajas reducen significativamente las pérdidas de biomasa a finales de siglo en casi todos los países y territorios en comparación con el escenario de emisiones elevadas. Esto pone de relieve los beneficios de las medidas de mitigación del cambio climático para la pesca y los alimentos acuáticos”, acotó Barange.
Una comparación de las pérdidas proyectadas en escenarios de altas y bajas emisiones, para fines del siglo, revela que la reducción de las emisiones ha tenido beneficios marcados para casi todos los países y territorios.
Una visión holística
El informe también señaló que, para ayudar a los países a lograr la visión de Transformación Azul de la FAO de sistemas alimentarios acuáticos más resilientes, equitativos y sostenibles, la futura investigación de FishMIP deberá abarcar otros usos oceánicos y costeros además de la pesca.
De esta manera, se obtendría una visión más integral de la gestión de los recursos naturales marinos frente al cambio climático y se fundamentarían las compensaciones entre sectores, incluida la gestión pesquera adaptativa y las políticas agroalimentarias más amplias, en concordancia con las prioridades de la estrategia de la FAO sobre el cambio climático y su plan de acción. También se abordarían los vínculos con el uso de los recursos terrestres y de agua dulce, por ejemplo, la dependencia de la acuicultura de los sistemas marinos y terrestres, para ayudar a respaldar las orientaciones de las políticas en el nexo entre el cambio climático, la biodiversidad, la seguridad hídrica y alimentaria y la salud.