“El mar como despensa del futuro”: la salmonicultura chilena es parte de la solución y no del problema

Foto: Salmonexpert.

Figuras clave de la industria acuícola, la política y el mundo laboral discutieron el futuro de la salmonicultura chilena, donde quedó clara la falta de certezas para la industria y la presión de las ONG. 

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En el marco del lanzamiento de la serie documental Agua Viva: El futuro del mar, se realizó el panel de conversación “El mar como despensa global y el futuro de la Acuicultura en Chile”, que reunió a cinco actores relevantes de este sector estratégico para el país: Alicia Gallardo, presidenta de la Comisión de Animales Acuáticos de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA); Pedro Pablo Laporte, gerente de negocios de Salmones Blumar; Fernando Villarroel, gerente general de Mowi Chile; Alejandro Santana, gobernador regional de Los Lagos; y Marta Oyarzo, presidenta de la Coordinadora Nacional de Trabajadores del Salmón.

A partir de tres preguntas centrales, el debate giró en torno al papel que jugará la industria acuícola chilena frente al crecimiento poblacional, el cambio climático, la sostenibilidad ambiental y social, y la necesidad de una política de Estado coherente y a largo plazo.

Una de las ideas centrales fue la necesidad de comprender el rol del mar como fuente alimentaria ante los desafíos globales que impone el crecimiento poblacional. Alicia Gallardo destacó la capacidad del salmón para contribuir significativamente a la calidad de vida de las personas, enfatizando que “comer 150 gramos de salmón significa un aumento directo en la calidad de vida, especialmente para niños, adultos y adultos mayores. Estamos hablando de un alimento sano, que aporta proteínas de alta calidad, ácidos grasos omega 3 y micronutrientes esenciales. No es solo una cuestión económica, es una cuestión de salud pública”.

En esa misma línea, Pedro Pablo Laporte puso el foco en la eficiencia productiva de esta proteína. “El salmón es un animal extraordinariamente eficiente. Puedes alimentarlo con 1,1 kilos de alimento y obtener 1 kilo de producto final. Eso no lo consigue ninguna otra proteína animal. Además, su adaptación a la temperatura del mar hace que no gaste energía en mantener su temperatura corporal. Esa eficiencia, sumada a la calidad nutricional y al bajo uso territorial, demuestra que la acuicultura es parte de la solución, no del problema”.

Fernando Villarroel reforzó el punto desde una perspectiva global, recordando que el 70% del planeta es agua, pero solo el 2% de los alimentos proviene del mar. “Eso muestra cuánto potencial estamos desaprovechando. Si a eso le sumamos que, según la FAO, en los próximos 30 o 40 años produciremos más alimentos que en los últimos 2 mil años, entonces está claro que la acuicultura no solo es necesaria, es inevitable. Y Chile, con su costa privilegiada, tiene una oportunidad única de ser líder en este proceso”.

Alejandro Santana abordó el tema desde una perspectiva política y comunicacional, señalando que “los chilenos no tienen conciencia de lo que significa el salmón para el país. Si les preguntamos por la relevancia de este producto en nuestras exportaciones, la mayoría no lo sabe. Hay un vacío enorme que debemos llenar con información, con transparencia y con orgullo. Porque el salmón no es solo un recurso económico, es una oportunidad estratégica para el desarrollo regional y nacional”.

El diagnóstico sobre el consumo interno fue compartido. Gallardo recordó que el promedio mundial de consumo de pescado es de 20,5 kilos per cápita al año, mientras que en Chile apenas llega a los 15 kilos. “Incluso Perú, nuestro vecino, consume 27 kilos. Tenemos que integrar el pescado a nuestra dieta, como política pública, como parte de nuestra identidad cultural. El salmón chileno alimenta al mundo, pero debe empezar por alimentar a los chilenos”.

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Visibilización y enfoque

Al referirse a las acciones concretas que la industria debe emprender para hacer del mar chileno una fuente sostenible de alimentos, Laporte insistió en la necesidad de visibilizar el estándar en el que opera el sector. “Esta no es una industria de segunda división. Estamos en la primera línea, con certificaciones exigentes y trazabilidad impecable, trabajando con mercados como el europeo y el estadounidense. Pero eso debe conocerse más. Y al mismo tiempo, debemos responder a las preocupaciones del público, como el uso de antibióticos, la limpieza de playas, la gestión de residuos. No somos los únicos que contaminamos, pero debemos liderar el cambio”.

En tanto, Gallardo propuso un enfoque integrador basado en gobernanza, innovación y cooperación. “Debemos actuar como un cardumen. Público-público, público-privado, artesanal-industrial, acuicultura y pesca. No tengamos miedo a esas alianzas. Sólo con una triple hélice —Estado, academia, sector privado— podremos potenciar lo que tenemos y llevarlo a su máximo nivel. Chile tiene todo para ser un referente mundial”.

Fernando Villarroel, igualmente, abordó el tema de la “licencia social”, advirtiendo sobre el impacto de las campañas impulsadas por ONG conservacionistas extranjeras. “No buscan necesariamente mejorar la seguridad alimentaria o el desarrollo del sur de Chile. Por eso hemos impulsado iniciativas como el programa Turismo Salmonero, donde la comunidad puede conocer de primera fuente cómo funciona esta industria. La percepción cambia cuando se ve lo que realmente hacemos”.

Marta Oyarzo centró su intervención en la dimensión humana del sector. “Somos 70 mil personas trabajando en esta industria. Personas, no sólo trabajadores. Esta actividad debe ser sostenible también en lo social y en lo laboral. Necesitamos estabilidad, certeza desde el mundo político. Queremos una industria que dé empleo de calidad, que apoye la educación, la salud, y que tribute en las regiones donde opera. No puede ser que produzcamos salmón en una comuna y que sus habitantes no tengan acceso ni siquiera a consumirlo”.

Rol del Estado

En cuanto al rol del Estado, los panelistas concordaron en la necesidad de una política pública clara, con visión de largo plazo. “No tenemos una política de acuicultura. La última se hizo por reacción ante una crisis. Lo que necesitamos ahora es anticipación, objetivos claros, gobernanza sólida, incentivos a la innovación. Y, sobre todo, que el Estado actúe como embajador del salmón chileno en el mundo, como lo hace Argentina con su carne”, sostuvo Alicia Gallardo.

Laporte fue enfático en criticar la excesiva burocracia. “Llevamos 14 años esperando que se relocalicen concesiones que están a 200 metros de distancia, con mejores condiciones ambientales. Es absurdo. Y eso frena inversiones, impide avances tecnológicos y termina perjudicando la sostenibilidad que todos queremos”.

Santana, por su parte, subrayó la urgencia de equilibrar el desarrollo económico con la protección ambiental, sin caer en parálisis. “Noruega, el principal productor mundial, está apostando a triplicar su producción. Chile, en cambio, la está reduciendo. Eso no se entiende. Tenemos que reaccionar. No podemos permitir que nos gane la inercia ni la ideología”.

A juicio del CEO de Mowi Chile, sin certeza jurídica no habrá innovación ni inversión. “La tecnología, la inteligencia artificial, la investigación, todo eso viene cuando hay horizonte. El salmón tiene demanda. Lo que falta es planificación territorial, criterios técnicos claros y voluntad política”.

En tanto, Marta Oyarzo cerró el panel con un llamado directo al compromiso social de la industria. “Los trabajadores necesitamos saber que hay futuro. Que nuestros hijos van a poder vivir mejor. Que no van a tener que irse para tener oportunidades. El Plan Salmón a 50 años nos da una plataforma, pero ahora hay que llenarla de contenido, con diálogo real entre trabajadores, empresas, gobiernos y comunidades”.

Los panelistas concluyeron que la salmonicultura chilena tiene el potencial de ser un pilar alimentario del futuro, pero solamente si logra avanzar con unidad, visión de país, comunicación honesta y políticas públicas que integren lo social, lo ambiental y lo productivo.

“Tenemos que dejar de aplaudirnos entre nosotros y empezar a aplaudir hacia afuera. Mostrar lo que hacemos y estar orgullosos. El salmón chileno puede alimentar al mundo, pero primero debe enorgullecer a su propio país”, puntualizó la presidenta de la Coordinadora Nacional de Trabajadores del Salmón.