“Quisiera venir a trabajar con profesionales del salmón en Chile”

Hugh Ferguson abordó las verdaderas causas de la enfermedad branquial en peces, cuestionó diagnósticos rápidos y expresó su voluntad de formar nuevas generaciones en histopatología acuícola.
Durante un encuentro técnico organizado por Skretting Chile, el destacado histopatólogo escocés Dr. Hugh Ferguson, académico de la Universidad de Stirling, presentó una profunda revisión de la patogénesis de la enfermedad de las branquias, abordando desde aspectos estructurales y celulares hasta hipótesis experimentales sobre los factores que deterioran la salud branquial de los salmones de cultivo.
La actividad contó con la presencia de ejecutivos de la industria farmacéutica, empresas productoras de salmón y especialistas en salud animal.
Uno de los ejes de la charla fue la dificultad de diferenciar lesiones reales de artefactos histológicos. “Todo lo que miramos como patólogos es, en esencia, un artefacto”, afirmó Ferguson.
Según explicó, la forma en que se fijan los tejidos con formalina puede eliminar la capa mucosa superficial de las branquias, generando imágenes erróneas que se han interpretado como lesiones en múltiples publicaciones. Para contrarrestar este sesgo, su equipo desarrolló una técnica innovadora de fijación con propano líquido, lo que permitió observar la verdadera morfología funcional de las branquias sin alterar su superficie.
En relación con el rol del moco y la fisiología respiratoria, Ferguson indicó que la turbulencia en el flujo de agua sobre las branquias puede inhibir el proceso de limpieza natural del epitelio branquial. “Cuando bajamos los niveles de oxígeno a 4,5 mg/l, los peces respiraban frenéticamente, pero el aclaramiento de bacterias en las branquias fue más lento. La hipótesis es que la turbulencia desorganiza el flujo laminar, impidiendo una limpieza eficiente”.
En cuanto a los agentes etiológicos, Ferguson identificó al Flavobacterium branchiophilum como un patógeno clave en la enfermedad bacteriana de las branquias. A pesar de que estos microorganismos no penetran el epitelio, pueden provocar una severa reacción clínica.

“Los peces con esta infección se encuentran jadeando en la superficie, sin respuesta al alimento ni al estímulo. Sin embargo, si se aplica formalina o cloramina T, la recuperación puede ser casi instantánea. Es como un milagro. Este desfase entre el daño histológico y los síntomas clínicos sugiere que el impacto está mediado por toxinas y vasoconstricción más que por destrucción tisular directa”, comentó el reconocido experto.
Antiinflamatorios no esteroidales
Uno de los descubrimientos más llamativos fue el efecto vasoconstrictor inducido por bacterias adheridas a las branquias, lo cual explicaría la caída abrupta de los niveles de oxígeno en sangre tras una infección. “En 30 minutos, los niveles de oxígeno en sangre caían a un tercio del valor normal. Esto solo puede explicarse por una vasoconstricción provocada por prostaglandinas”, señaló, destacando que el uso de antiinflamatorios no esteroidales como indometacina e ibuprofeno logró inhibir esta respuesta, abriendo una potencial línea de tratamiento que, a su juicio, ha sido poco explorada en acuicultura.
El experto también abordó el rol de las medusas como vectores bacterianos. Estudios en Escocia demostraron que especies como Phialella quadrata pueden introducir nematocistos a través del opérculo, generando lesiones inflamatorias y facilitando la colonización de bacterias como Tenacibaculum maritimum. “Las medusas estarían ‘predigeriendo’ el tejido branquial con toxinas y bacterias, para luego absorber los nutrientes. Es una hipótesis poco estudiada, pero de gran relevancia para sistemas abiertos”.
A lo largo de su exposición, el Dr. Ferguson desmitificó varias creencias tradicionales, como la supuesta toxicidad del amonio o del caolín en los sistemas de cultivo. “Exponiendo peces a 0,4 mg/l de amonio durante semanas, no observamos ninguna lesión en las branquias. Tampoco con caolín a concentraciones altísimas. Lo que sí detectamos fue aumento en las células mucosas”, relató. También desacreditó la idea de que tratamientos frecuentes con formalina generen daños branquiales, al menos bajo las condiciones experimentales evaluadas.
Ferguson cerró su charla destacando la necesidad de integrar nuevas herramientas diagnósticas y terapéuticas para comprender las verdaderas causas de las enfermedades branquiales. “A menudo, el daño visible no explica el nivel de sufrimiento clínico del pez. Necesitamos repensar el rol de la inflamación, la mucosa, y la fisiología del pez como un sistema integrado”.
Herramientas moleculares
En conversación exclusiva con Salmonexpert, el destacado histopatólogo abordó los principales desafíos no infecciosos que enfrenta actualmente la salmonicultura a nivel global. Con décadas de experiencia en diagnóstico de enfermedades en peces, Ferguson identificó tres grandes problemáticas: el aumento sostenido de la temperatura del agua, la presencia de metales pesados y la progresiva disminución de la calidad del recurso hídrico. “La temperatura del agua afecta el desarrollo cardíaco, especialmente en etapas tempranas del ciclo del salmón, y su incremento es una preocupación creciente en las zonas de cultivo”.
Durante la conversación, Ferguson manifestó su inquietud por la pérdida progresiva de experticia en histopatología, disciplina que considera esencial para enfrentar los desafíos sanitarios emergentes. “Las herramientas moleculares sólo son útiles cuando una enfermedad ha sido previamente definida y en el caso de patologías infecciosas”.
A su juicio, la industria se ha volcado con demasiada rapidez hacia diagnósticos rápidos, en desmedro de una formación más profunda. “Me preocupa que haya tan poca gente formándose en esta materia. Cuando yo ya no esté, ¿a quién acudirán?”, advirtió.
Consultado sobre la relevancia de la nutrición en la salud de los peces, el académico fue enfático en defender el rol de las compañías de alimentos, a menudo culpadas sin fundamentos. “Es muy fácil para los productores decir que, si los peces están enfermos, la culpa es del alimento. Pero en el 99% de los casos no es así”.
Ferguson destacó que, ocasionalmente, sí hay una sensibilidad específica de ciertas especies frente a dietas no adecuadas. “Me ha tocado ver en sistemas RAS donde los peces reaccionan como si fueran hipersensibles, aunque el alimento no sea intrínsecamente malo”.
Respecto al manejo de enfermedades virales, el profesor compartió su experiencia clínica con estrategias de ayuno. “Con algunas enfermedades, como la pancreática, dejamos de alimentar por tres o cuatro semanas y funcionaba muy bien. Las mortalidades bajaban”, relató, añadiendo que el ayuno permite al hígado del pez concentrarse en producir proteínas antivirales. No obstante, advirtió que esta estrategia no es aplicable en todos los casos. “Con furunculosis en trucha arcoíris puede ser útil, pero en trucha café no sirve, hay que aplicar antibióticos”.
Finalmente, Ferguson confesó estar retirado de la investigación activa, aunque mantiene cierto grado de colaboración en proyectos puntuales. “Ya no tengo estudiantes de posgrado. Hago presentaciones en seminarios, pero no estoy vinculado a programas de investigación actualmente”, reconoció. En ese sentido, expresó su disposición a colaborar en Chile para formar nuevas generaciones en histopatología. “Quisiera venir a trabajar con profesionales acá, para ayudarlos a formarse y transmitirles lo que sé. Es necesario pasar la antorcha”, concluyó.
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